Sado y pedofilia, sin ningún responsable: Marcha atrás en dos campañas que han levantado polvareda en los EEUU.
Desde hace siete años, el georgiano Demna Gvasalia es el director creativo de la casa Balenciaga, que actualmente pertenece al grupo Kering. Siempre ha tenido tendencias al exceso, o a la provocación (que es algo tan frecuente en la comunicación de moda), destacando quizá el traje de Kim Kardashian para la Gala del Met de 2021, con una especie de funda-media de color negro, de pies a cabeza (con el rostro oculto), más una camiseta-vestido del mismo color y unos enormes faldones-de cola; y el desfile con modelos que parecían refugiados con bolsas de basura (confeccionadas en cuero de lujo). Sin embargo, nunca antes había protagonizado noticias de escándalo como las recién vividas.
Dos campañas de publicidad sucesivas han destapado la caja de los truenos. La primera se estrenó el 16 de noviembre, bajo el lema «Balenciaga Gift Shop». A los bolsos de la casa los acompañaba iconografía infantil perturbadora, niñas con ositos de peluche de aspecto torturado y evocaciones de sadomasoquismo (por los arneses de los que colgaban los mismos).
Poco después, otra campaña, con Nicole Kidman, Isabelle Huppert y Bella Hadid como modelos, incluía en una de sus imágenes, como parte del atrezzo en una mesa de oficina, unos papeles relacionados con un caso judicial de 2008 sobre pornografía infantil. En este caso, para descubrirlos había que buscarlos y usar lupa, de manera que tan perverso como quien puso los papeles fue quien los buscó (y encontró).
El fruto de ambas campañas ha sido un feroz escándalo en redes sociales, intensamente explotado por medios de extrema derecha de los EEUU, como Fox News. Han contribuido también a dar pábulo a la conspiratoria teoría Qanon (Q-Anónimo), que sostiene que una trama secreta del llamado «Estado profundo», integrada por políticos progresistas y actores de Hollywood, tomaría parte en redes de tráfico internacional pedófilo, y también en una persecución del expresidente Donald Trump y sus seguidores políticos. Añadamos que esa creencia se ha instalado también en Europa, y en parte alimenta a los grupos Reichsbürger de Alemania, que estos días han sido noticia por la acción policial contra los preparativos de un golpe de Estado en Alemania.
En el caso de Balenciaga, el asunto ha sido también explotado, si no incitado, por Ye, el rapero antes conocido como Kanye West, de quien recientemente dábamos cuenta de su ruptura con Adidas (y también con la propia Balenciaga) por su difusión de ideas supremacistas blancas (a pesar de que él es negro) y antisemitas. Casi un mes después de ser despedido por Balenciaga, aprovechó un encuentro con periodistas para mencionar que no veía a famosos hablando de «la situación de Balenciaga». Kanye West fue el marido de la influencer Kim Kardashian, también colaboradora de Balenciaga, que este año ha obtenido el divorcio. No obstante, West rectificó pocos días después expresando su apoyo a Balenciaga.
La casa Balenciaga se ha visto forzada a cancelar con rapidez las dos campañas en cuestión y declarar su buena fe, y ha presentado una demanda por 25 millones de dólares contra la productora North Six y la proveedora de decorado Nicholas des Jardins. Como notas de contexto, Des Jardins es la firma que facilitó el llamativo caballo refulgente de la portada del disco Renaissance, de Beyoncé. Y North Six tiene otros clientes famosos de la moda, como Dior... y Zara.
Adicionalmente, el fotógrafo de la primera campaña, Gabriele Galimberti, ha dicho que se limitó a utilizar los escenarios que le dieron y sacar unas buenas fotos, pero que no preparó los contenidos. Y los responsables de los decorados de la segunda informan que los papeles se alquilaron a una empresa de atrezzo, al parecer utilizados antes (o eso se cree) en el rodaje de un programa de televisión.
A las ganas de provocar, torpeza e imprudencia, se ha sumado una campaña de ultraderecha. Dando como resultado un gran fiasco. Por supuesto, el director creativo, Demna Gvasalia, no tiene nada que ver con lo ocurrido. Aunque ha pedido disculpas y afirmado que «necesita aprender» de todo lo ocurrido.
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