Obtener beneficios a base de vender patrimonio no es suficiente para enderezar una trayectoria negativa.
La noticia circuló a media mañana del 14 de julio de dos formas distintas, y además opuestas, tanto que eran incompatibles: pareció al principio que el consejero delegado de la firma Adolfo Domínguez, Estanislao Carpio, había abandonado el cargo, y lo comunicaba; es decir, que se iba; pero las informaciones que fueron llegando luego, y que se extendieron durante todo el día, parecían hacer referencia (sin necesidad de ningún pronunciamiento formal) a un despido… más o menos inducido. Se le contrató para un fin (corregir el rumbo hacia el hundimiento), y cuando el capitán del barco no funciona hay que buscar otro.
Carpio se incorporó a la firma Adolfo Domínguez, S.A., en septiembre de 2012, procedente de la empresa de calzado Camper, en la que estaba teniendo entonces una brillante ejecutoria, como director general de operaciones. Se integró en Domínguez como primer ejecutivo, reemplazando al propio fundador de la empresa, que hasta entonces había sido el único director general. En febrero de 2013 el grupo efectuó una ampliación de capital por 500.000 euros, que suscribió el mismo Carpio íntegramente, el cual por otra parte había asumido las áreas de planificación financiera, recursos humanos, márketing y ventas.
En su planteamiento estratégico a largo plazo figuraba la intención de crear una segunda línea de producto (de modo que la oferta de Domínguez comprendiera dos marcas de ropa de alto posicionamiento) y fortalecer la línea de accesorios.
En 2015, Carpio ascendió a consejero delegado, cargo creado en la empresa por primera vez. En este mismo ejercicio la compañía, que había perdido 11 millones de euros el año anterior, volvió a los números negros con 7,7 millones de resultado positivo, en parte por la venta del local que alberga su tienda insignia del Paseo de Gracia de Barcelona, que valió 45 millones de euros y produjo un incremento de activos superior al valor bursátil de la sociedad. También había vendido por 1,2 millones de euros un local del Paseo de La Habana, en Madrid.
Carpio había reclutado un equipo humano a su alrededor, que se ha ido disolviendo posteriormente. Antonio Valls, responsable de operaciones; Leovigildo Puente Hoces, director de IT-organización; Juan de Mora Narváez, director de recursos humanos. Valls y Puente Hoces fueron considerados fichajes estrella en su momento, junto con Laure Peloux, directora de márketing, única del grupo que continúa en la compañía.
Otros altos ejecutivos que permanecen, independientes del equipo de Carpio, son Juan Manuel Fernández Novo (director financiero), Dorinda Casal (directora de producto), Valeria Domínguez (directora de ecommerce, hija de Adolfo), y Danilo Enrico Caldiroli (director comercial internacional).
En el último ejercicio la compañía cerró 43 establecimientos (27 de ellos en España y Portugal, cinco en el último trimestre), permaneciendo abiertas 544 tiendas en el mundo. De marzo a mayo de este año de este año perdió 4,22 millones de euros, frente a los 1,19 millones de 2015.
Se supone que la empresa Adolfo Domínguez liquidará esta etapa de su gestión con algunas medidas importantes que, sin embargo, podrán ser discretas. Puede que el dueño vuelva a usar el cargo de consejero delegado. En cualquier caso, nunca ha sido un personaje de gestos aparatosos.
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[Publicado en TEXTIL EXPRES - REVISTA 226 - Septiembre 2016 ].
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