Ahora, ya, un conjunto de manifestaciones comerciales armónicas. Los desfiles de moda, por su parte, han decaído de forma acusada.
Desde la desaparición, en circunstancias más bien confusas, de aquel salón de brillante ejecutoria que se llamó Bread & Butter (luego reconvertido en una manifestación promocional de Zalando cara al público, aprovechando aquella dimensión festivalera que siempre tuvo el antiguo salón comercial), la ciudad de Berlín ha sido escenario de los esfuerzos de diversos promotores por devolverle la condición de gran escenario ferial de la moda en el centro de Europa, empeño difícil en un país que, como Alemania, tiene ya varias ciudades con protagonismo importante en el sector, tales como, por citar las principales, Fráncfort, Múnich, Colonia o Düsseldorf.
La tenacidad hace milagros, y ahora, en enero de 2018, parece haberse logrado una importante consolidación y coordinación de las diversas iniciativas berlinesas hasta el punto de que la capital alemana, como conjunto, vuelva a ser un escenario de primera categoría, aunque siga siendo la suma (ahora ya, parece que consolidada y armónica) de varias iniciativas. La Semana de la moda berlinesa sigue siendo una competición de promotores, pero con una virtual coordinación de esfuerzos y objetivos.
Cuatro iniciativas principales, con sus respectivos escenarios, han concentrado las manifestaciones. Una, claramente dominante, era la capitaneada por el dúo de eventos Panorama - Selvedge Run. Lanzado hace cinco años, Panorama, definido como el salón de las marcas comerciales, ha progresado mucho desde sus comienzos, pero se había vuelto un poco difuso; pudiéramos decir que, para esta undécima edición, ha sido redefinido. Cubría esta vez 45.000 m2, en once pabellones, con más de 800 expositores, principalmente de moda femenina, pero también masculina, y calzado. Una de las principales novedades era la introducción de un segmento de «moda duradera», bautizado como Xoom, en un espacio de 1.000 m2, desplazando a la lencería, que ha desaparecido. Con el espacio Nova sedujo a muchos antiguos expositores de Bread & Butter, que habían quedado descolocados. Selvedge Run, antes salón independiente, y conservando ahora un emplazamiento separado, tenía un centenar de expositores, muchos de ellos japoneses, y atraía principalmente al público internacional.
El segundo gran protagonista fue Premium, reunión de las colecciones punteras, con casi un millar de marcas (entre ellas la española Desigual) en su núcleo principal, entre las cuales tenía un particular protagonismo la moda «athleisure», y hasta 1.700 con las diversas secciones paralelas, totalizando 50.000 m2. Este grupo organizaba las conferencias «Fashiontech» en un emplazamiento independiente, Kraftwerk; este año dedicadas a la innovación, y particularmente la tecnología digital, en el sector de la moda. Se completaba el conjunto con los salones llamados eco-responsables, dos, de Messe Frankfurt.
Se ocuparon, pues, en la capital alemana, más de 100.000 m2, reuniendo a más de 3.000 personas entre todos los colectivos de expositores involucrados.
Lo que ha cambiado completamente en Berlín es el panorama de los desfiles. Por una alianza entre el organizador americano Img, responsable de la pasarela de Nueva York, y el fabricante alemán de coches Mercedes Benz, se había venido desarrollando la Fashion Week berlinesa con una cincuentena de desfiles cada temporada. Pero, al terminar el año pasado, Img no renovó su compromiso y, aunque Mercedes Benz prorrogó el suyo (que, por supuesto, era esencialmente económico), asociada con una agencia creativa alemana, las 50 presentaciones quedaron reducidas a 10.
[Publicado en TEXTIL EXPRES - Revista Número 235 - Febrero 2018 - FEBRERO 2018 ].
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