Un conjunto de consideraciones sobre la evolución del sector del calzado y su práctica ferial, en apoyo de la confluencia.
El encogimiento que había sufrido la convocatoria de marzo suscitaba muchas reservas entre los responsables del sector sobre el enfoque de futuro que habría que contemplar.
Las convocatorias de Ifema para la edición de otoño estaban programadas, ambas, para el mes de septiembre, pero sin llegar a coincidencia de fechas: Momad Metrópolis (ropa) sería a comienzos de mes, y Momad Shoes (calzado) a finales, separadas por veinte días¸ y en los cambios de impresiones que estaban teniendo lugar en el certamen de marzo entre los responsables de la materia predominaba la opinión de que lo ideal sería la coincidencia de calendarios en paralelo; es decir, salones separados pero simultáneos, con libre trasvase de visitantes del uno al otro sobre la marcha. Hoy día, el grado de interés por la moda es semejante en ambos universos, y la problemática de mercado a la que deben hacer frente ambas colectividades es la misma.
En el comunicado de prensa final, el sentido común se mostró vencedor: los dos salones Momad Metrópolis y Momad Shoes tendrán a comienzos del otoño en Madrid lugares separados, pero cercanos sobre el terreno y, lo más importante, simultáneos: ambos, del 7 al 9 de septiembre.
Por lo demás, y al margen de lo que se haga en Madrid, parece estar en discusión, en el mundo, el modelo tradicional de la feria de calzado con independencia de las fechas. Sólo el de Milán, el más prestigioso y tradicional de todos, sigue funcionando más o menos dentro de sus esquemas, aunque a la baja. El de Düsseldorf ha cambiado de contexto, puso stands modulares, disminuyó costes… y más o menos funciona. Otras ferias promovidas por agentes, con menos márketing y una inversión mínima, parecen ser efectivas en términos de pedidos generados. Pero eso ya será motivo de posteriores consideraciones.
Adicionalmente al emparejamiento de sus manifestaciones, lo que importaba ahora era lo que el director de Momad anunció al final: la coincidencia de fechas de ambos, en septiembre, y la proximidad física. Con otro aliciente colateral, no desdeñable: coincidencia también con Puericultura Madrid, Salón Profesional Internacional de Productos para la Infancia, contribuyendo a darle al visitante profesional una panorámica muy completa del mundo de la moda.
Independientemente de los cambios en otras magnitudes, el salón del calzado había mantenido en la última convocatoria del año anterior 5.000 visitantes, cifra que se pensó permanecería estable en marzo de este año. Sin embargo, en el informe de clausura se anunció que habían sido «cerca de 4.000 profesionales».
Evidentemente, era un dato más, en la inercia descendente del momento; pero un dato que experimentará también un giro radical en septiembre, puesto que se producirá la suma (o, dicho de otro modo, acumulación) de audiencias de las dos vertientes del sector moda, vestido y calzado, con el efecto psicológico que siempre tiene lugar.
Lo que Ifema tiene que procurar es que todo el recinto respire moda, lo que conlleva creatividad, y ha de afectar por igual a confección, calzado y complementos. Por otra parte ha de predominar el horizonte profesional común a los dos sectores, y no las visiones de colectivos externos más o menos esotéricos; por ejemplo, un salón paralelo organizado para los universitarios, como alguien observó en esta edición de primavera, está fuera de lugar. El exceso de refinamiento intelectual puede carecer de sentido (lo cual, por supuesto, no tiene nada que ver con el buen gusto).
En otro orden de cosas, no sólo ha de respirar moda cada uno de los salones paralelos; ha de respirarse moda en el ambiente exterior común, en el entorno de ambos recintos, en su área de comunicación. Es decir, en toda la atmósfera de Ifema. Y la creatividad de producto, por supuesto, tiene que estar asegurada.
El visitante actual ya tiende a ser, cada vez más, la boutique de categoría, que ama el buen artículo (y naturalmente sabe valorarlo). Conviene cuidar a este cliente, que dará un nivel al propio salón.
Uno de los oradores en las ponencias de marzo abundó en esta idea de cultivar el trato con las boutiques selectas tanto para vestir como para calzar. Esto será mucho más fácil en septiembre, si las ofertas están próximas entre sí, sobre el terreno, a un mismo tiempo.
También en alguna de las conferencias de marzo se comentó que los operarios tradicionales del sector del calzado están ya siendo de edad avanzada y podrían quedar un poco desconectados de las nuevas sensibilidades de su oficio.
Sin embargo, está surgiendo una nueva enseñanza profesional que, además de salvar el escollo de la edad, plantea un nuevo enfoque de los contenidos: enlaza el saber de los oficios clásicos con la aplicación de las nuevas tecnologías, incluido el mundo digital. El resultado puede ser sorprendente.
Publicado en TEXTIL EXPRES - Revista Número 236
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