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Nadie quiere que la ropa invendida acabe en el crematorio, pero las marcas no quieren luz y taquígrafos en el tratamiento de los excedentes.

En el número 709 de nuestro boletín quincenal de noticias Textil Exprés, correspondiente al 16/31 de mayo último, y que nuestros lectores ya habrán visto, incluíamos la información titulada «Francia afronta la economía circular y decide prohibir la destrucción de colecciones invendidas». El Gobierno francés utilizaba como información base un documento elaborado por la organización Eco TLC, según el cual en Francia salen actualmente al mercado 600.000 toneladas por año de ropa y calzado, de las cuales un 62% es comercializado por diversos medios para el uso previsto, un 22% derivado a otras aplicaciones, y el 16% desechado (acabando alrededor de un 6%, en términos generales, destruido por incineración). Estos datos son provisionales, y el Gobierno espera tener para el año 2019 un conocimiento más exacto de la situación final, que le permita tomar decisiones de futuro sobre bases correctas. Lo que principalmente le preocupa es el capítulo de la incineración, que querría poder eliminar.

Y esta información sobre los propósitos de la Administración se dio a conocer justo cuando H&M, la rival escandinava de Inditex en el mercado del fast fashion, se disponía a eliminar mediante la incineración un excedente de existencias particularmente inoportuno y gravoso, debido al fracaso comercial de su colección de primavera (por las condiciones climatológicas inadecuadas, en un período del año comercial que estaba siendo ya nefasto para todo el mundo). El incendio, no demasiado espectacular por otra parte, estuvo en esta ocasión documentado por un reportaje que se difundió en Dinamarca, y que pocas veces podría haber resultado más oportuno desde el punto de vista periodístico y más inoportuno desde el punto de vista comercial.

Pocas marcas o compañías (si es que hay alguna) creen adecuado tratar en público, con luz y taquígrafos, el destino dado a sus excedentes de inventario, ni por ellos mismos ni por sus competidores. Preferirían que el tema fuera tratado con discreción por parte de todos, incluido el Gobierno en su momento. Parece que las autoridades están pensando en alguna fórmula del tipo de la que se aplicó recientemente a lo que se llamó «lucha contra el despilfarro alimenticio» (ley de 16 de febrero de 2016, de aplicación inmediata entonces a las compañías vendedoras de productos de alimentación, que operaran a través de medianas y grandes superficies de distribución); parece que fue una asociación caritativa de lucha contra la pobreza, que suscitó entonces la acción del Gobierno, la que ahora le instó a emprender la nueva cruzada, haciéndole ver el problema planteado por el excesivo stock de vestimenta, que a su juicio constituía también un caso de desperdicio de recursos.

Según Julie-Marlène Pelissier, encargada de comunicación de H&M en el país, en el caso que fue aireado en Dinamarca no se trataba de productos invendidos, sino invendibles, impropios para el consumo y que, por tanto, no hubiera sido oportuno darlos a nadie, ni persona ni entidad ni país. Sería correcto reprocharle a H&M su entrega a terceros, si hubiera sido ése el caso.

Por otra parte, H&M ha preparado informes para las autoridades, tomando como punto de partida el valor de los stocks de existencias al comienzo del primer trimestre de su actual año fiscal (3.500 millones de euros), correspondientes al surtido inicial de aprovisionamiento de la campaña que comienza y al resto de operaciones residuales de la campaña que se liquida, por el cambio de temporadas (teniendo en cuenta que hay una cierta proporción de básicos de venta permanente que se va trasladando a lo largo de los meses sin que llegue a configurar un invendido de ninguna campaña en particular), con objeto de ayudar a las propias entidades públicas en la evaluación económica del problema.

Sin olvidar que ya existen empresas como Damart o La Redoute inscritas por su misma naturaleza en códigos de economía circular, o Lom, firma de moda masculina lanzada en 2016 que no invita a comprar cada vez más, sino a comprar menos… pero mejor (lo contrario del derroche), y que encuentra su eco entre los millennials, que se han vuelto muy sensibles a los conceptos de responsabilidad social y medioambiental.


  

Publicado en TEXTIL EXPRES - Revista Número 237 - JUNIO-JULIO 2018

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