En septiembre de 2011 se celebró en Madrid la edición número 54 de la Pasarela Cibeles. Fue la última de ese nombre, no porque la pasarela se haya extinguido, sino porque se ha rebautizado.
Al cierre de aquella edición, sus responsables ya habían acordado un cambio de fechas para la convocatoria siguiente, adelantándola a comienzos de febrero, concretamente del 1 al 5 (y no a mediados de mes como era habitual), con lo cual evitaban la colisión de calendarios con las grandes pasarelas internacionales.
Y en noviembre se produjo otra novedad: la sociedad automovilística alemana Mercedes-Benz formalizaba un partenariado con Feria de Madrid, en concepto de primer patrocinador («main sponsor») de la pasarela, para codirigirla y, esencialmente, abanderarla: darle su nombre. Una función de «naming», en términos de márketing. Desde ese momento, pasaría a llamarse Mercedes-Benz Fashion Week.
De este modo, la pasarela madrileña se incorporó a un paquete de eventos homónimos en diversos países, encabezados (en cuanto a importancia) por los de Nueva York y Berlín, en el que presuntamente ganará proyección internacional a la vez que perderá casticismo.
La Pasarela Gaudí, hace algún tiempo desaparecida, y la Pasarela Cibeles, ahora transformada, nacieron ambas a mitad de los años 80 (hace un cuarto de siglo), al amparo del Plan de Intangibles, la última época romántica del textil español. Ambos nombres tenían su pizca de ternura, cada uno a su modo.
Pero el mantenimiento de los sueños cuesta dinero, que ahora más que nunca es un bien escaso. Sin duda Mercedes Benz habrá asumido un compromiso pecuniario importante (que para ella es un coste de publicidad de marca, es decir, de imagen). Oficialmente no se han dado cifras, pero se cree saber el importe: 380.000 euros por dos años (cuatro ediciones), prorrogables, eventualidad ésta que seguramente dependerá, al menos en parte, de la respuesta que Mercedes Benz obtenga en el mercado español del automóvil.
La firma alemana compartirá la condición de «patrocinador principal» con la firma L’Oréal París, ya implicada en Cibeles desde hace tiempo y, por supuesto, más próxima al mundo de la moda. Seguidos ambos por una docena de partícipes menores.
La edición número 55: se abre una nueva época, pero se respeta la continuidad. La edición de febrero de 2012, para presentar la moda de otoño/invierno de 2012-13, debería haber sido la número 55 de Cibeles; y lo fue para Mercedes-Benz, porque la Feria de Madrid ha decidido mantener, con independencia del cambio de nombre, la serie numeral histórica. Se celebró en la planta superior del Pabellón 14.1 del recinto ferial, donde se habilitaron dos salas con sus respectivas pasarelas, una con el nombre del nuevo patrocinador, y otra llamada Sala C Coupé, disposición que ya venía siendo habitual.
Se había especulado acerca de posibles influencias del cambio de titularidad sobre el cuadro de responsables. Por el momento la dirección ha seguido estando en manos de Leonor Pérez Pita, durante mucho tiempo conocida más bien como Cuca Solana, la encarnación perfecta de la tradición histórica. La cual, por cierto, en esta ocasión no ha tenido prácticamente ningún protagonismo. De hecho, la prensa en general la ha ignorado.
Una treintena de desfiles principales, más el Ego. El día 1 de febrero desfilaron Roberto Verino (con la asistencia de Esperanza Aguirre, la presidenta de Madrid, que inauguraba el programa), Francis Montesinos, Devota & Lomba y Agatha Ruiz de la Prada (con la alcaldesa Ana Botella de espectadora), en la primera pasarela, y Jesús del Pozo, Duyos, Victorio & Lucchino y Elisa Palomino en la segunda.
El día 2 lo hicieron, respectivamente, los hermanos Ailanto, Amaya Arzuaga (recién desprovista de su estructura productiva, y que presentaba su segunda colección, llamada AA por las iniciales de su nombre, reservando la principal para París, donde la presentará el 2 de marzo en la Embajada española), Juanjo Oliva (que acaba de concertar con El Corte Inglés el diseño de una línea especial para vender en veinte de sus centros) y Miguel Palacio (asociado con Hoss Intropia); y Andrés Sardá (un estallido de alegría, celebrando los 50 años de su marca, de los cuales los 15 últimos han discurrido en manos de la hija del fundador), Roberto Torretta, Ángel Schlesser y Lemoniez.
El día 3, Teresa Helbig, Hannibal Laguna, Ana Locking y Aristocrazy (primera marca de joyería —de la casa Emiliano Suárez— que protagoniza un desfile en pasarela); y Davidelfin, Ion Fiz/Juana Martín, y Kina Fernández.
El día 4, Maya Hansen/Martín Lamothe, TCN y Sara Coleman/María Barros; y Sita Murt, Carlos Díez/María Escoté y Miguel Marinero/Jesús Lorenzo.
En total hubo 30 desfiles, los mismos que en septiembre (también entonces encabezados por Roberto Verino). De las firmas relevantes, faltó en febrero Adolfo Domínguez, que ya había anunciado su ausencia a causa de la crisis económica. Tampoco comparecía Javier Larraínzar.
Algunos clásicos del estilo, como Hannibal Laguna o Ángel Schlesser, hicieron como siempre apuestas seguras, de un vestir de calidad sin riesgos. Otros más dados a la sorpresa, como Francis Montesinos, tuvieron salidas desconcertantes sin demasiado sentido.
Por lo que se refiere al público, abundaban las mujeres de la política que ahora han pasado a la reserva, incluidas varias ex-ministras, seguramente deseosas (¡quién lo diría!) de revivir emociones.
El día 5 fue para los noveles de El Ego, con Moisés Nieto/Shen Lin, El Colmillo de Morsa/David del Río, Steneros/Mercedes Castro; e Ixone Elzo/Leandro Cano, y LE/River Wikkiam. Con un nivel medio muy estimable, para muchos de los seguidores de la semana fue la jornada más gratificante. Y la gente que participa no tiene ayuda de ningún tipo. Moisés Nieto ganó el Premio L’Oréal a la mejor colección en esta categoría.
Otros once diseñadores presentaron sus colecciones en distintos escenarios fuera de Ifema, en el llamado programa en Off.
Notas de pie de crónica. Hasta hace poco tiempo, participar en la pasarela madrileña era gratis para los diseñadores; ahora les cuesta 5.000 euros a cada uno. Y esto ha limitado el número de aspirantes.
Es admirable la perseverancia del equipo de Jesús del Pozo, que sigue presentando colecciones con el nombre del maestro desaparecido, funcionando como empresa bajo la dirección de Ainhoa García, pero sin creativo titular. Quizá busquen alguno en el próximo futuro.
Para muchos de los diseñadores presentes en la pasarela, o que solían estar en las anteriores, el problema es de otro tipo: forzados por la penuria económica han tenido que ir cerrando, durante los dos o tres años últimos, sus puntos de venta propios en Madrid o en otras ciudades del país. En este caso están Davidelfín, Lydia Delgado, Amaya Arzuaga, Roberto Torretta, Modesto Lomba, Victorio & Lucchino, Carmen March, Juanjo Oliva, Javier Larraínzar, Ion Fiz… y varios más.
En cuanto a la identidad del evento, en la propia sala de desfiles, mucha gente decía aún Cibeles, nombre tan amable y pegadizo, sobre todo estando en Madrid. Pero esta ciudad es muy juguetona y traicionera con el lenguaje: al parecer hay periodistas que, a la nueva pasarela Mercedes-Benz, han empezado a llamarla ya «la Merche».
Por cierto que la aportación económica de la firma alemana ha venido muy bien, pues los subvencionadores oficiales (Comunidad y Ayuntamiento de Madrid, Cajamadrid y Cámara de Comercio), que cubrían hasta ahora el 70% de los costes, han bajado su contribución a la mitad. Que es mucho bajar, de golpe.
[Publicado en TEXTIL EXPRES Suplemento 199 — febrero 2012 ].