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Para enero y febrero de 2017, salvo sorpresas, este reto para la afluencia de compradores debiera comenzar a superarse.

Si, en las ferias de materias celebradas en París en septiembre (ver un artículo más adelante), El Calor fue la anécdota, La Seguridad constituyó el verdadero desafío. Es en realidad un problema de ciudad y de país, que no sólo afectó a las ferias de materias sino a las de prendas y accesorios de moda (como Who’s Next Première Classe), y a otras de sectores no relacionados con el nuestro, por lo que hemos podido saber de conversaciones con protagonistas de otros ramos.

De un lado están las molestias a los visitantes: controles de acceso en Who’s Next (impidiendo la entrada con maletas al recinto, por lo que había un guardarropa adicional en el anillo exterior para esta clase de equipaje), en Première Vision, en Texworld, con chequeos continuos o aleatorios de maletas, y en el caso de Texworld, inspección «suave» de bolsas por canes entrenados en la búsqueda de explosivos. Esas molestias (que ya se vieron en febrero pero se han intensificado en septiembre) fueron sobrellevadas con buen talante por los asistentes, e incluso con agradecimiento, del mismo modo que en el aeropuerto bendices que alguien se moleste en impedir que un energúmeno pueda acceder al interior del aeropuerto con un material que te haga saltar por los aires. La seguridad no es algo contra nosotros sino en nuestro favor.

De otro, no obstante, está la «perturbación dura» que introducen las medidas genéricas de gobierno. Por ejemplo, la petición de visados a ciudadanos de determinadas nacionalidades. A lo que se añade un sentimiento difuso de inseguridad-país, que en algunos casos se concreta en recomendaciones a nivel oficial, recomendando algunas administraciones abstenerse de viajar a Francia, o invitando a asumir las cautelas posibles (¿y cuáles son? ¿qué precauciones cabe tomar?).

Eso se notó en el grado de asistencia a esas ferias septembrinas del textil/moda, y en realidad a todas las que se han celebrado este final de verano; particularmente con descenso de visitantes de «países problemáticos». Pero también está afectando al turismo y, en consecuencia, a las visitas de «shopping», con especial padecimiento del comercio de moda parisino.

Lo que comenzó el pasado noviembre en la sala Bataclan, y se reactivó en el atropello intencionado de ciudadanos en el Paseo de los Ingleses de Niza, ha terminado por levantar un reto importante. Del mismo modo en que hace un año nos solidarizábamos con Francia e internet se poblaba con imágenes que compartían el dolor y expresaban afecto y buenos sentimientos hacia el país, vendría bien ahora un regreso a la confianza, es decir a la normalidad. Quizá es necesario algo de tiempo, algo de distancia psicológica.

Por lo que atañe a los salones franceses de septiembre, cabe reseñar que han tenido resultados mejores de lo que se esperaba. Porque se temía un balance peor. El vigor de estos sectores se manifiesta superando, en lo posible, los miedos. Y las ganas de dinamizar el negocio de la moda han mitigado las tendencias al pesimismo en materia de seguridad. Para enero y febrero próximo las cosas (si no hay imprevistos) deberían ir mejor.

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[Publicado en TEXTIL EXPRES REVISTA 227 - Octubre 2016 ].

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