Configurando un nuevo eje industrial africano, a partir del mar Rojo.
Fue en los años sesenta cuando empezó a generalizarse la moda confeccionada en serie, el prêt-à-porter; una exposición organizada en Barcelona el año pasado lo recordaba. Casi paralelamente surgió la necesidad de tener una línea industrial en la retaguardia. Y la tendencia creciente de ese movimiento llevó a elaborar lo que fue toda una teoría económica de los ochenta: la deslocalización.
El primer frente de reserva pensado como tal surgió en el norte de África, en la ribera sur de la cuenca euromediterránea, concepto geoeconómico de inspiración francesa que enseguida cobró un gran valor, con Marruecos y Túnez como escenarios predilectos. Esta era una deslocalización de proximidad. Con el tiempo, el criterio de «mediterráneo» se extendió, no sin razón, a Turquía.
Una segunda línea de producción auxiliar a costes competitivos, también de generación francesa, se fue configurando bastante más lejos y más al sur, en las islas africanas del Índico: Madagascar, Mauricio, Reunión.
Después vino la entrada en tromba, en la escena mundial, de los productores asiáticos, que generalizaron la deslocalización de larga distancia, en connivencia inicial con los grandes dadores de órdenes americanos, con una lógica de costes y tiempos absolutamente nueva.
La que había sido la primera línea de retaguardia para la industria europea, la norteafricana, se vio ella misma seriamente agredida por la nueva competición mundial, y está tratando ahora de reconstruir una comunidad de intereses euroafricana en el Mediterráneo, con una lógica propia de la relación costes-tiempos-servicio entre las dos riberas de ese mar.
En medio de este panorama, los desgraciados sucesos de Bangladesh del año pasado obligaron a los dadores de órdenes a estudiar otras eventualidades. Y en este clima de recomposición de fuerzas ha surgido, ahora mismo, un descubrimiento sorpresa: una tercera línea industrial africana, que pudiéramos llamar del mar Rojo, absolutamente insospechada hasta ahora, liderada por Etiopía.
El descubrimiento no fue espontáneo, ni estuvo ligado esta vez a afinidades culturales de la órbita francesa: lo motivó el presidente del país, Mulatu Teshome, con un llamamiento dirigido a las industrias chinas del textil-confección, y no para que comprasen producción local, sino para que inviertan ellas mismas en el país (pues parece que la capacidad de la propia China para albergar este tipo de actividad en condiciones interesantes está llegando ya a la saturación) y generen esa producción; es decir, se conviertan en fabricantes etíopes de adopción, para disponer de trabajadores locales (mano de obra barata) en un entorno general de costes bajos, empezando por alquileres gratuitos y exención arancelaria para maquinaria y equipo. Se supone que estos empresarios aportarían tanto capital como conocimientos.
Sin embargo, el primer actor mundial del sector que se sintió interesado por este nuevo centro de producción, y que dio una respuesta, no era parte de los convidados, y no se sabe hasta qué punto sus intenciones coincidirán con los términos de la invitación: fue el grupo sueco Hennes & Mauritz, que enseguida tuvo dos imitadores, Tesco (calificado como «tercera mayor cadena minorista del mundo»), y Primark. Los expertos de Euromonitor han dicho ya que «H&M ha colocado a Etiopía, y con ella a una nueva África, en los radares de los especialistas en sourcing». Los resultados que obtenga la compañía sueca en su primera experiencia quizá puedan empezar a evaluarse en la próxima campaña.
Por otra parte, cualquiera que sea la forma en que H&M y otras firmas de negocios materialicen su presencia en el país, y cómo la rentabilicen, es posible que el presidente etíope mantenga su invitación a los chinos a actuar como inversores directos. Cuantos más acudan, mejor. Sin descartar otras nacionalidades: la empresa turca Akber ya ha dicho que destinará 175 millones de dólares a construir una fábrica en suelo etíope, aunque tardará tres años.
En cuanto al entorno de Etiopía, esa nueva Äfrica intuida por Euromonitor, ¿a qué otros países puede comprender? ¿Eritrea, Djibuti, Somalia? Por el momento, a los efectos de nuestra elucubración, tierra desconocida.
[Publicado en TEXTIL EXPRES Suplemento 212 — abril 2014 ].