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Enrique Vera, todo un experto en el mercado de tejido estrecho, comparte con nosotros su visión del momento actual en el sector textil y de la moda.

TEXTIL EXPRES - REVISTA 232

Hace ya mucho tiempo que las personas que hacemos la revista Textil Exprés tenemos relaciones profesionales (y, por lógica derivación, amistosas) con un protagonista muy singular del mundo empresarial textil, Enrique Vera, delegado y socio para España (y por extensión para varios países más de Europa) de la firma japonesa de cintería Mokuba, que ya en 1992 confió a la empresa fundada por Vera, Ribbon Line, la distribución de sus artículos (los comercializa en toda Europa excepto Francia). Con frecuencia nuestros encuentros se han producido fuera de España, en escenarios feriales en los que él comparecía como expositor de los artículos de su representada, y nosotros como informadores por nuestra condición de periodistas.

En uno de estos encuentros casuales, otro colega de Vera, en un stand vecino, contemplando el desfile de profesionales del textil de varios países que deambulaba por la avenida ferial, por delante de su stand, nos había dicho: «Esta es nuestra universidad».

Para Vera, por su vocación de permanente aprendizaje, las ferias mismas se convirtieron, efectivamente, en un aula. Y él mismo fue un transmisor, en ellas y en el resto de su hacer profesional, de sensaciones y valores.

En relación con el núcleo duro del sector, era un actor en cierto modo complementario o periférico, de fornituras, aunque su actividad es plenamente textil (tejido estrecho). Durante los últimos tiempos hemos publicado también en Textil Exprés testimonios de otros protagonistas quizá no nucleares, pero con una gran capacidad de observación, que los lectores han encontrado muy interesantes.

En la ocasión actual en que parece que el mundo está haciendo balance de su período reciente, y enfrentándose a una etapa nueva, creímos que sería interesante apelar una vez más a la capacidad de síntesis y evocación de un observador tan cualificado como Enrique Vera:

Nos gustaría sobre todo obtener una especie de crónica personal: ¿cómo has visto la evolución del textil-confección español en este largo período, desde las alegrías de los años noventa, cuando nos divertíamos con la Moda de España, hasta la dura confrontación que siguió en el mercado mundial y que aún no ha sido superada?

—Desde luego, me voy a referir sólo a las pequeñas y medianas empresas, principales sujetos pasivos de esos episodios, ya que a las grandes (Inditex y sus colegas de los demás países) la crisis les ha venido a la medida.

En España, en los años anteriores a esta crisis había un número importante de confeccionistas de tamaño medio que ofrecían un buen producto, tanto en moda como en precio. Los diseñadores, por otra parte, no dudaban en usar elementos que daban un valor añadido a sus creaciones. Entre dos blusas blancas casi iguales, si una de ellas lleva un adorno en un bolsillo o en la tapeta, aunque por ello cueste algo más, el comprador dirá «ésta me gusta». Con la llegada de la crisis, y la competencia asiática (no sólo china), muchas de las empresas se preocuparon únicamente del precio, y eliminaron todo lo que encareciera el producto final. La consigna era «low cost». La frase más oída de los compradores: «no me enseñes nada que cueste más de un euro».

Otro tema importante es que estas medianas empresas no eran exportadoras, no asistían a ferias internacionales del ramo, su mercado era sólo nacional: preludio de una muerte anunciada.

Hubo no obstante reacciones interesantes (inteligentes bajo mi punto de vista), como la proliferación de tiendas monomarca de algunos confeccionistas, que de este modo podían unificar un doble margen, el industrial y el comercial, y hacer un precio de oferta atractivo. Además podían planificar la producción de modelos, tallas y colores para llegar al público a tiempo, y organizar el intercambio de prendas entre puntos de venta con períodos de demanda distintos, eliminando en lo posible los saldos y facilitando la entrada constante de nuevos modelos. Copiando a Inditex, pero ¿por qué no?

Es cierto que, con todo, muchas empresas de confección desaparecieron, pero otras muchas se crearon de nuevo. Yo soy optimista y, en este punto, sigo creyendo en la capacidad de reacción de la gente de nuestro país.

A este respecto, el textil-confección español que sobrevive hoy ¿tiene capacidad (y voluntad, que es lo más importante) de levantar cabeza en el nuevo escenario competitivo mundial, frente a la economía 4.0 y la digitalización? ¿O tenemos sólo futuro para una microempresa de tipo modistería?

—En general, el textil-confección español es básicamente de tamaño mediano y pequeño. Con un producto de la gama media y, como te he comentado más arriba, obsesionado por el precio. Quede bien claro que estoy generalizando.

Yo pienso que el cliente de la calle tiene una amplísima oferta con la de los Zara y compañía (por cierto, no olvidarse de Uniqlo, que dará que hablar), con lo que el pequeño/mediano confeccionista, cuyo cliente es (cada día menos) la tienda multimarca, también obsesionado por el precio, lo tiene difícil. Sin embargo, hay un gran mercado para este sector pequeño/mediano allende fronteras, al que tiene que exportar en serio con una organización estable, lo cual requiere inversión, creer en uno mismo y en su producto, y valentía. Lo de «yo ya exporto, tengo dos clientes en Francia, uno en Londres y dos rusos», eso no es exportar.

Esta situación no es exclusiva de España, y lo constatamos en el resto de los mercados europeos; la diferencia es que en España tenemos muy pocas marcas de la talla de las que existen al menos en los que yo llamo los cuatro grandes: Italia, Alemania, Inglaterra y Francia, sobre todo en el sector lujo.

¿Qué marcas españolas se pueden ubicar en este sector de lujo? ¿Cuántos Pradas, Armanis, Fendis, Etros, Thomas Sabo, Burberrys, Jimmy Choo, etcétera, tenemos?

En cuanto a la economía 4.0, he leído, como siempre con devoción, el artículo de vuestro director Humberto en el Textil Exprés de Junio/Julio. Actualmente soy consciente de ciertas limitaciones debidas a mi edad y en la disyuntiva de buscar un CEO que me sustituya en la dirección de mi empresa, con experiencia en el textil. Nunca nombraría para este cargo a un recién salido de una de nuestras famosas escuelas de negocios. El textil-moda no se hace con ningún programa de ordenador. La gestión de almacén hace ya mucho tiempo que depende con toda lógica de la informática, pero aplicar este 4.0 a un creador es negativo, y además imposible. La fantasía, el gusto, las formas y los colores, y la coordinación de todos estos elementos, no tienen, afortunadamente, ningún programa ni deben tenerlo. ¿Alguien podría imaginar que la genialidad de un Balenciaga, un ejemplo de creatividad y fantasía, hubiese sido dictada por algún 4.0?

Bajo mi punto de vista, esta tendencia nunca podrá coartar a un verdadero diseñador de moda, el que la acepte es que o necesita conservar el puesto o es un cobarde. La moda, la creación y su importancia en el mercado nunca se pueden coartar. No sé si la siguiente anécdota tiene sentido en este contexto, pero a mí me parece muy demostrativa: hace muchos años, un grupo de fabricantes de trajes de baño fueron recibidos por el general Franco; en la recepción, el general, que seguramente aquel día estaba de buen humor, les comentó: «Sólo hay un enemigo al que no he podido vencer: como ustedes bien saben, esta prenda a la que llaman bikini está legalmente prohibida, ¡y vean ustedes cómo están las playas!». Ni Franco podía con la moda. ¿Se imaginan ustedes a un 4.0 diciéndole a un creador que no fabrique bikinis porque no se venderán al estar prohibidos?

A las ferias les entra ahora la pasión por hacerse digitales, pero ¿qué significa eso en una feria?

-La verdad es que no tengo ni idea. En principio yo siempre he creído que digital y textil (salvo la estampación digital) eran expresiones antagónicas, pero probablemente me estoy haciendo demasiado mayor. Preguntaré a mis nietas.

Y en otro orden de cosas, ¿están nuestros centros de formación, nuestras escuelas profesionales, a la altura?

—En Mokuba Shop siempre hemos tenido especial interés por los estudiantes de las escuelas de diseño. Las más importantes de ellas poseen un juego completo de los catálogos de Mokuba, y a cualquier estudiante de esas escuelas se le da una tarjeta que le identifica como tal y le permite obtener importantes descuentos sobre nuestros artículos y muy especialmente si son para su diseño de final de curso.

También invitamos a estas escuelas a visitar Mokuba Shop, y en esta visita se les da una charla informativa sobre dónde y cómo aplicar valor añadido que podría personalizar sus creaciones.

Desafortunadamente, no vemos en estas escuelas un interés en ello. Tenemos pocas visitas de escuelas y de estudiantes. Hace falta un Saint Martins, o un Parsons, o un Marangoni.

De todas formas, ahora que todas las famosillas y famosillos se creen «creatores» y lanzan sus creaciones (efímeras, afortunadamente) al mercado, simplemente porque «yo tengo mucho gusto», sin ninguna preparación –dejar al margen a Antonio Banderas, este sí discípulo de Saint Martins-, ¿a quién le interesa la Parsons?

En otro orden de cosas, supongo que habrás seguido la evolución de Portugal, un fenómeno muy interesante; nos gustará saber qué opinas.

—Ninguna sorpresa. En el plano industrial, no me sorprende en absoluto. Ya antes de 1992, cuando yo tenía una pequeña empresa de confección, y ante la poca seriedad y versatilidad de algunos talleres de Mataró –mi colección era básicamente de punto de algodón- visité y trabajé con varios talleres cerca de Porto, y cualquiera de ellos tenía en su cadena de producción una maquinaria moderna y versátil, y unos tiempos de producción más cortos y exactos que los de sus colegas españoles. Evidentemente generalizo.

En aquellos tiempos me parecía a mí que el textil-confección portugués estaba como acomplejado y muy encerrado en sí mismo y cobarde. Desde siempre, el gran cliente de Portugal había sido Inglaterra, y mi impresión es que, al trabajar à façon, ya les iba bien. Se conformaban. No tenían ni parecía que les interesara tener un departamento comercial agresivo, ni tan siquiera activo. Este «ya está bien con lo que tenemos» hoy ha cambiado. ¿Cambio generacional? ¿4.0 en acción?

En el plano meramente textil, la misma postura, prácticamente sólo se tejía «a manos». Actualmente hay colecciones que pueden competir con las de otros países, sin ningún problema, y lo que es más importante, como lo saben, las exportan.

Conozco una de estas empresas que, conscientes de que la creatividad de los italianos es superior, o así lo creen, que la portuguesa, tiene en nómina a diseñadores italianos.

¿Quién conocía una marca de confeccionistas portugueses hace unos cuantos años?

¿Quién asistía a una feria textil-moda en Portugal? Nosotros tuvimos stand en Modtissimo desde su comienzo, hasta que los pobres resultados que obteníamos aconsejaron dejar de asistir. Hace un par de años hemos vuelto a tener un stand en dicho evento, y la diferencia es realmente notable.

En pocos años han pasado de estar acomplejados a ser protagonistas, de importar moda a exportarla. Hay que visitar una fábrica textil en Portugal para darse cuenta de la enorme inversión efectuada recientemente en maquinaria.

Inversión inteligente, más valentía, igual a resultados.

Y, ya en un orden de cosas más próximo a tu experiencia directa ¿qué proyectos de futuro tiene Mokuba? Es bien sabido que los japoneses llevan muchos años siendo ellos mismos el futuro.

-Como tú acertadamente dices, los japoneses son siempre el futuro. Su proyecto… seguir igual. No sé si existe en japonés «lo que funciona, no se toca», pero lo hacen. El problema es que su toma de decisiones para cualquier cambio es tan lenta que el presente se les convierte en pasado.

Mokuba como otras empresas japonesas es de una precisión y una seriedad inimaginables en otros países (no quiero señalar). Hace 25 años el fallecido señor Soichi Watanabe y yo acordamos unas bases y estrechamos las manos. Una forma de contrato de cuando la gente consideraba este gesto como definitivo, sin abogados ni notarios. Desde entonces, ni un fallo. Y todo sigue igual.


  

Publicado en TEXTIL EXPRES - Revista Número 232

© 2017


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