Se habló mucho de una plataforma abierta. De momento sigue siendo, sobre todo en su showroom, un trampolín para las firmas locales.
Este año, el programa de invierno de la moda catalana empezó del 4 al 7 de febrero, con la edición número 23 del evento 080 Barcelona Fashion, que presentaba un cariz muy nuevo porque habían cambiado por completo a su equipo de gestores. Lo que, como enseguida se pudo ver, comportaba también un importante cambio de ideas.
Las nuevas responsables, mujeres ambas, eran la directora general de Comercio de la Generalidad y, dentro de ese organismo, directora general del Consorcio de Comercio, Artesanía y Moda de Cataluña (CCAM), Muntsa Vilalta, y, como ejecutiva directa, la jefa del Área de Moda y directora de 080 Barcelona Fashion, Marta Coca. Reemplazaban a Miquel Rodríguez, que había sido prácticamente el diseñador del 080, pues, aunque la idea ya existía, él fue quien la hizo operativa y, en general, satisfactoria.
En el ámbito de la política (y de la administración, que es lo mismo) todo puede ser emulable, incluso por sorpresa. Muntsa y Marta tenían su primera oportunidad y, con poco tiempo por delante, lograron sorprender. Dijeron que apostaban por potenciar el perfil del 080 Barcelona como plataforma de moda abierta, creativa e internacional. Este último calificativo resultó ser el predominante, y el que dio al conjunto de la manifestación su principal carácter de novedad; dominando sobre la catalanidad en cuanto a factor diferencial, aunque sea difícil de concebir; por supuesto, no numéricamente en cuanto a participación. La convocatoria se llevó a cabo, como las últimas anteriores, en el recinto modernista de Sant Pau.
La internacionalidad tuvo su plasmación en diversos representantes en el calendario de desfiles y, lógicamente, aunque de forma menos significativa, en el cartel de expositores. Entre ellos: el diseñador de moda masculina turco-libanés Unit Benan (que fue director creativo de Trussardi); el diseñador colombiano-español Carlos Polite, premiado en diversos certámenes de ambas Américas; la firma surafricana Chulaap, que homenajea la diversidad de África a través del diseño gráfico orientado a la impresión; el creador peruano de origen asiático Esaú Yori, premio reciente a la mejor colección internacional en Pequín; y algunos más, en general con cierto aire de diversidad multicultural.
El Pop Ups Gallery era un nuevo espacio expositivo y experiencial, para exhibición y venta, con participación de una veintena de firmas efímeras de moda y complementos. Por otra parte, se consolidó el espacio comercial 080 Fashion Showroom, impulsado por el Clúster Català de la Moda, con una treintena de marcas expositoras, veinte de ellas catalanas. Aquí, la internacionalidad de contenidos ni está de un modo apreciable ni se la espera, puesto que el Showroom se concibe (y declara) a sí mismo como una plataforma para el lanzamiento internacional de las empresas de moda de Cataluña. Es decir que la internacionalidad sólo se refiere al mercado, mientras que el trampolín es meramente local.
Los jóvenes talentos estaban presentes en la exposición NEO2 Photo Shoot; y, por otro lado, la Fundación Ared y su empresa de inserción Salta, dedicadas a la integración social y laboral de personas en riesgo de exclusión social, subieron a la pasarela con su colección de moda laboral y uniformes.
Varias de las peculiaridades que constituían novedad en esta edición del 080 Barcelona eran ensayos que tendrán su desarrollo en las próximas convocatorias. Así, pues, de momento sólo se ha podido tener una idea aproximada de lo que puede llegar a ser. Muchas personas próximas a la organización se habrán visto sorprendidas por los cambios incorporados, dado el poco tiempo que medió en el período de transición.
De momento, y a pesar de su nueva vocación más abierta, todavía sigue siendo un evento de interés sobre todo regional (es decir, zonal) con mayor eco en el entorno inmediato que proyección fuera de la autonomía. Pero quizá, con el tiempo, todo se andará.
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