- De las 56 firmas que expusieron en la primera Fimi (que no se llamaba así), solo quedan en activo dos.
El salón Fimi ha sido testigo de la evolución del sector de moda infantil en España.
Tempus fugit. El tiempo se escapa. ¡93 ediciones! Sí, es cierto, no se trata de una cifra redonda, pero se acerca a la redondez por excelencia del uno y los dos círculos. Y sería más si la pandemia no hubiera hecho de las suyas imponiendo un paréntesis indeseado.
Se encamina a la centena, pero «centenario» no sería correcto. Con dos ediciones al año, sería algo parecido al cincuentenario, sino fuese que, por esos caprichos de la historia fundacional, los cincuenta los cumplió en la edición número 85, en 2017. No lo tomen, por tanto, con excesiva literalidad. En sentido propio, anda ahora por los 55 años de vida.
Fimi, o su antecesora con otro nombre, nació en 1967 como eso que ahora llamaríamos «spin-off» o escisión de un evento anterior: la Feria del Juguete. Tuvo un proceso de balbuceo, aprendizaje, adolescencia y maduración, hasta cobrar conciencia exacta de su identidad y su lugar en el mundo. Nació para la moda infantil, se amplió a moda femenina, luego regresó a moda infantil y juvenil en un sentido muy extenso (para una muchachada bastante crecida), y así lució los nombres de Femi, Fime, Fimoda, Fimij... hasta quedarse con el título actual y el perímetro que conocemos, en una elección que concretó en los primeros años ochenta. Después conocería otros cambios, como la segregación (históricamente reciente) de Día Mágico by Fimi, para moda infantil de comunión y ceremonia; y la ex-cursión madrileña de un salón que nació en Valencia y que este año ha regresado a su ciudad también en la edición de junio (después de que ya lo hiciera en la de enero-febrero hace dos años, en víspera de pandemia, asociada a Puericultura en el conjunto BKS Baby Kids Spain + Fimi). La emigración fue transitoria pero no breve, pues se prolongó cerca de diez años.
Esta digresión histórica viene a cuento de que, durante la visita al salón de junio, nos encontramos y charlamos con los responsables de una firma francamente veterana.
Y, sí, tempus fugit. Porque nos recordó (no lo hemos contrastado, simplemente le creemos, y no nos cabe duda de que así es) que estuvo en la primerísima edición del salón, cuando el recinto ferial actual no existía, por lo que su escenario fue el recinto del Llano del Real (más conocido como Jardín de Viveros, en la margen izquierda del antiguo cauce del Turia).
Según la base de datos de Textil Exprés, en aquella primera edición, celebrada en septiembre de 1967, el salón (que se denominó Primera Feria del Vestido Infantil) contó con 56 expositores, que recibieron a 2.800 visitantes.
Nuestro interlocutor se deja llevar un momento por la nostalgia y nos dice que, de todos aquellos, solo dos quedan «vivos». Es decir que solo dos permanecen como empresas activas.
Bueno, esto puede contemplarse con distintas miradas. Por un lado, la de quien lamente el desvanecer de tantos sueños empresariales. Cosa que por otro lado es normal al cabo de tanto tiempo, y puede obedecer a múltiples razones, desde el cambio de trayectoria vital de los empresarios hasta la falta de relevos generacionales. Por otro, la mirada de quien constate que, a pesar de las 54 extinciones de proyectos, el sector sigue enviando a Fimi 120 marcas a exponer, en su gran mayoría españolas, pero también de Portugal, Polonia, Francia, Italia y Reino Unido. Luego el sector está vivo.
De los proyectos individuales amortizados también surgen algunas iniciativas nuevas. A veces son reivindicaciones de capacidad empresarial, fruto de la ilusión y la experiencia. Por amor a la profesión, por necesidad, o por ambas cosas, trabajadores de firmas extinguidas montan una pequeña empresa y se abren camino. Uno de estos decía: «después de veinte o treinta años en el sector, todos los visitantes de Fimi nos conocen y saben de nuestra seriedad y manera de hacer».
Los clientes tienen en ellos proveedores de confianza.
Naturalmente, esto es fuera del circuito de la gran distribución, que solo entiende de volúmenes y de precios. Últimamente le importan también las entregas, pero las prioridades siguen siendo claras.
Los tiempos son difíciles para el fabricante que va al comercio multimarca. Y, en moda infantil (con menos niños y menor costumbre de vestir bien a los chiquillos), son todavía más duros. Sin embargo, ahí están las firmas creativas y los comerciantes imaginativos y tenaces, manteniendo el encanto de la moda para un consumidor menudo que constituye el futuro de todos nosotros. Y los hay veteranos, y los hay nuevos. Un triunfo del entusiasmo.
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