Hay desafíos de carácter social y de naturaleza económica, y, por encima de todo, sostenibilidad.
En estas semanas estamos publicando abundante información sobre Textil Santanderina, referida al ejercicio 2021. Un capítulo importante es el de las inversiones. La compañía (datos de la cabecera o sociedad dominante del grupo Santanderina) incurrió ese último año en gastos de 1+D por importe de 1,16 millones de euros, y efectuó inversiones por valor de 2 millones, según figura en el informe de gestión del ejercicio, que explica que «la Sociedad ha avanzado en sus apuestas por la sostenibilidad y la innovación, en la búsqueda de nuevos tejidos sostenibles, así como en la generación de energías renovables».
La empresa manifiesta su vocación de progresar en torno a dos ejes estratégicos:
—la Transición Energética y
—la Digitalización.
En ambos ámbitos persigue aumentar la eficiencia, la trazabilidad y la flexibilidad del negocio. Lo que supone dar, adicionalmente, un paso «en la búsqueda de productos de mayor valor añadido que abran nuevos mercados, nuevos clientes, potenciar los clientes ya existentes, y seguir evolucionando sus líneas de producción para que sean más rentables y sostenibles».
Algunos de los desafíos son de carácter social, pero otros son eminentemente económico: «El año 2021 ha continuado con la tendencia inflacionaria que se comenzó a apreciar a finales del ejercicio 2020, estado marcado por el encarecimiento de las materias primas: algodón, fibra de tencel, colorantes; y los incrementos en los precios energéticos, tales como el Gas y del CO2». Retos a los que también es necesario dar respuesta.
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