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Lo del vecino del Sur quizá se resuelva. Pero en el segundo semestre, y después del presunto golpe de estado, varias fábricas textiles turcas fueron intervenidas.

TEXTILEXPRES-REVISTA-228

Cuando en Europa se habla de la deslocalización del sector textil-confección, se está pensando generalmente en dos áreas geográficas fundamentales: el Sudeste Asiático (incluido el fenómeno tan singular de China, que no exactamente el Sudeste) y el Norte de África. Apenas hay referencias al caso muy peculiar de Turquía y su entorno, quizá porque hay una tendencia subjetiva a considerar esta zona como semieuropea; no la situamos (y en esencia tenemos razón) en el Tercer Mundo.
Nuevas circunstancias que se han puesto de manifiesto a lo largo de este año han venido a proporcionar un encuadre más realista a las relaciones entre las diversas áreas. Turquía es el segundo proveedor de la Unión Europea en textil y el tercero en confección (y no porque nos venda «su» producción, sino porque nos fabrica por encargo «nuestra» producción, o una combinación de ambas cosas). Es también el único país de la cadena de «sourcing» de Europa que puede ofrecerle a esta un servicio de producción integrado, al menos en un entorno próximo. Tiene grandes grupos verticalizados, con inversiones modernas, que emplean a más de un millón de asalariados. Forma parte de la Unión Aduanera europea (lo que todavía no ha conseguido ningún otro país de la Zona Euromed). Pero se han evidenciado durante este año dos áreas de posible fragilidad del sistema de relaciones. Una en el entorno Sur de Turquía; otra, probablemente transitoria, pero muy delicada, en el propio territorio turco.
Al hablar del entorno de Turquía nos referimos a Siria y al espacio turco contiguo, que está muy colonizado por la emigración siria transfronteriza. Por una parte los turcos son muy buenos en la manufactura del textil algodonero, pero la mayor parte del algodón que utilizan se produce en Siria; por otro lado, parte de la industria del sector, propiedad de empresarios turcos, está instalada ella misma en territorio sirio y produce género de punto de grandes marcas europeas empleando a personal adolescente, por decirlo de una forma suave, lo que para los clientes europeos es una herejía.
Aunque la cuestión Siria podría estar en vías de arreglo gracias a un actor indeseado, a saber Rusia, otra cuestión problemática cuya incidencia en el sector se desconoce por el momento es la inestabilidad política interna derivada del supuesto intento de golpe de estado del 15 de julio. O de sus consecuencias inmediatas. El gobierno ha cerrado o intervenido varias fábricas textiles de cuyos dirigentes se sospechó que eran próximos a la conspiración, entre ellas dos importantes factorías del textil de cabecera cuya identidad no se ha revelado. Y a varios directivos turcos del sector que se proponían acudir a los salones europeos del otoño se les retiró el pasaporte.
El negocio del primer semestre (cuyos efectos se arrastraban hasta después del verano) había sido muy bueno. Los efectos de las perturbaciones ocurridas después no han podido ser evaluados todavía.
Un cierto grado de deslocalización industrial turca podría beneficiar, en Europa, a Ucrania, Lituania y Letonia; en los países exsoviéticos del Asia central, a Azerbayán; en el Mediterráneo, a Marruecos; en la deslocalización de larga distancia, a Vietnam (uno de los países mejor equipados, hoy día). Pero todo ello está por ver.
Por otra parte, mientras se redactaba este número ha surgido, como se sabe, un caso adicional de fricción en el terreno político, relacionado con las conversaciones turco-europeas acerca de la eventual incorporación de aquel país a la UE.

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[Publicado en - Diciembre 2016 ].


© TEXTIL EXPRES - Revista - 2016


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