Era la primera experiencia, y ha funcionado muy bien. En el número anterior de Textil Exprés explicamos con amplitud la génesis del salón Bstim, «Best Solutions in Textile Manufacturing», un salón cuyo nacimiento se enmarca en la voluntad de reindustrialización de la comarca barcelonesa del Anoia, cuya capital es Igualada, y que se extiende a otras zonas de Cataluña en las que la industria de la indumentaria, y muy en particular la del género de punto, ha tenido un peso de gran relevancia económica en el pasado, y donde, a pesar de la fuerte destrucción de base industrial, todavía se conserva una capacidad de manufactura.
Se trata de revitalizar esa capacidad, aprovechando el tímido retorno de los encargos de producción de los mayores clientes en eso que se llama «relocalización», particularmente de la gran distribución o, como ahora todos hemos dado en llamar, el «retail» (comercio detallista); naturalmente siempre que sea de la dimensión suficiente como para hacer pedidos directos a fabricante OEM, sin pasar por las marcas.
Toda esa filosofía ya quedó expuesta en Textil Exprés y no es momento ahora de reiterarla. El caso es que Bstim se celebró los días 25 y 25 de febrero en uno de esos recintos atípicos que ahora se estilan para manifestaciones emergentes, el antiguo «Escorxador» (matadero), de bonita arquitectura modernista en su exterior, y de disposición interna en un pabellón central y dos alas con sub-alas, donde los stands se presentaban a modo de mesas de trabajo con escuetas mamparas de separación, en una forma muy abierta y muy íntima a la vez.
El primer día el trabajo fue muy intenso y tuvo además una visita oficial de autoridades. El segundo fue más calmado, y quizá pasaron por él, entonces, más estudiantes de distintas disciplinas relacionadas con el diseño y la empresa textil que auténticos dadores de órdenes, pero en nuestra propia visita pudimos comprobar que se estuvo negociando algún pedido significativo, manejando en la conversación aspectos concretos: cantidades, precios, plazos de entrega.
Según el recuento de Feria de Igualada, participaron 60 expositores (excediendo sobradamente el objetivo fijado, que era de poco más de 40) y acudieron 1.270 visitantes, de ellos 910 profesionales y, en efecto, 360 estudiantes. El peso de esta parte quizá fue excesivo (más de 1 estudiante por cada cuatro visitas), y aunque es cierto que contribuye a reforzar el espíritu del sector, en sí mismo no aporta ningún retorno a la inversión realizada por el expositor.
Alguien nos dijo que eso generaba una falsa impresión de que el salón era más para una autoafirmación sectorial que para un negocio de subcontratación. Afortunadamente, como hemos señalado, el negocio fue también razonablemente bueno, entre otras cosas porque el salón viene a suplir una carencia del mercado.
Se recibieron compradores (o dadores de órdenes) de Cataluña y de toda España, de empresas y marcas como El Corte Inglés, Inditex, Desigual, Cortefiel, Nice Things o Mango, por citar a los más conocidos. El comunicado final de la Fira de Igualada deja abierta la puerta a una segunda edición, por concretar. Esperará a hacer una valoración más reposada, pero esa segunda convocatoria ya ha sido reclamada «por numerosos participantes».
[Publicado en TEXTIL EXPRES Suplemento 218 — abril 2015 ].