Como factor destacado, la internacionalidad: un 20% de los compradores llegaron del extranjero, de 46 países.
Como el año pasado, de nuevo en 2017 la primera feria del ámbito de la moda estuvo protagonizada, en España, por los niños. Esta vez fue del 20 al 22 de enero, organizada por Feria de Valencia pero celebrada en Madrid, en el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo, por cierto con días de mucho frío, como pasó en toda Europa. Titulada Feria Internacional de Moda Infantil y Juvenil, Fimi, en su edición número 84, con más de 250 marcas expositoras, directas o representadas (aproximadamente 200 españolas y 50 extranjeras), en 20.000 m2.
Prácticamente coincidiendo en fechas (del 19 al 21) con la feria italiana equivalente, el Pitti Bimbo, en la que también hubo la habitual participación española con desfile colectivo, y además una recepción «con tapas» de la firma Bóboli (según nota de prensa del propio certamen florentino). Es normal una colisión más o menos directa de calendarios entre ambas manifestaciones, en la mayoría de las convocatorias.
Aparte del enunciado genérico de moda infantil y juvenil, el surtido en Madrid era muy diverso, con regalos y decoración, textiles para el hogar, cosmética e higiene, libros y cuentos, juguetes, mobiliario, artículos para el bebé, seguridad… y todo lo que se puede imaginar.
Los países extranjeros representados en la oferta de Madrid eran Alemania, Brasil, Francia, Italia, Holanda, Portugal Y Reino Unido.
Fimi recuperó la costumbre, que últimamente había abandonado, de editar los catálogos con una información muy amplia y concreta sobre los expositores (dirección completa, sectores en los que actúan, productos que presentan, países a los que exportan, marcas, etc.), un servicio muy útil para los visitantes, que no siempre tienen los antecedentes suficientes de todas las firmas con las que pueden contactar.
En cuanto a la disposición del salón, el aspecto era encantador, muy adecuado para acoger a un sector como el infantil, que es encantador a su vez. Un expositor nos apuntaba: «quizá hay que cambiar la presentación, ir a stands abiertos totalmente, para abaratar los costes de instalación»; consideración que también es posible, pero que es independiente de la agradabilidad del espacio.
En la primera jornada, la afluencia de visitantes era satisfactoria a pesar de la climatología tan adversa y de la coincidencia con el Pitti a la que acabamos de aludir (que podría frenar la afluencia de visitantes internacionales a Madrid, o quizá ayudar a canalizarlos, a la ida o al regreso, otra influencia posible). Los servicios feriales españoles informaron de que se habían acreditado visitantes de 46 países. El informe final da cuenta de 5.000 visitas de compradores, de los que el 20% llegaron del extranjero, destacando los británicos e italianos, pero también belgas, estadounidenses, y compradores de Países Bajos, Irlanda y Portugal.
Había en Madrid un nutrido programa de conferencias, aunque algunas proponían soluciones modestas para la economía de los negocios, como la que planteaba esta pregunta: «¿sabías que Zara recicla las cajas que usa para envíos de mercancía una y más veces hasta que la caja se deteriora?»; interesante, aunque, en términos de clave mágica para el enriquecimiento de Inditex no pase de ser, como dirían los ingleses, «peanuts» (o, como diríamos nosotros, calderilla o migajas).
El desfile que pudiéramos llamar institucional, Fimi Kids Fashion Week, fue irregular, pues de once empresas sólo tres dejaban buena impresión: Dolce Petit, buena puesta en escena, aunque el producto no estaba a la altura; Foque, el único en presentar algo realmente atractivo y viable; y Amaya, con cosas buenas para adolescentes. Quizá podemos añadir a Agatha que le dio alegría a la pasarela, y a Villalobos que alternó una de cal y otra de arena; en algunos pases el estilismo no parecía acertado.
La pasarela debiera ser un espejo de lo que se presenta en el salón, ya que había expositores con un producto creativo y mimado que, sin embargo, no desfilaban. Pero esto depende de la voluntad de desfilar de las distintas firmas, y cada cual tiene su criterio de márketing.
Hubo, no obstante, otros pases muy interesantes, como los del programa Nuditos, la pasarela oficial de la creatividad y el talento de los estudiantes, alumnos del grado universitario en Diseño de Moda de la Escuela ESNE.
El espacio expositivo que más creció fue el de See Me, «donde la moda encuentra la conexión entre esencia, detalle y lifestyle», de firmas que «llegan pisando firme y marcando estilo»: aumentaron un 53%. Por otra parte, se creó como novedad el espacio Petit Fimi, pensado exclusivamente para marcas especializadas en accesorios y complementos pequeños que también son moda.
Hay que mencionar por otra parte el programa de Conferencias Moda 360º, que tuvo seis convocatorias, una sobre el tema «Un buen márketing para tu expansión internacional», de Lola García; otra sobre «Cómo gestionar los stocks sin morir en el intento», de Amancio Junior; una tercera sobre «La influencia de las blogueras en la moda», de Vanessa López y Celia Paz (parece ser que las nuevas mamás son un público muy influenciable por el fenómeno de las «blogers», las cuales ya tienen identificado ese hecho y están prestas a captarlas desde el primer momento).
Las otras tres conferencias versaron sobre distintos aspectos del desarrollo sostenible en la moda, tema muy actual, con intervenciones de Isabel Castillo, Gema Gómez y Francisco Ortega, esta última como aportación de la empresa Távex al programa ferial.
Las acciones feriales o paraferiales eran tantas que los periodistas interesados en no perderse ninguna necesitaban asistir a un evento cada cuarto de hora y, en muchos de esos cuartos de hora, simultaneando varias audiencias, desde su llegada a la feria hasta su partida. Todo era imaginable menos el aburrimiento.
[Publicado en TEXTIL EXPRES 229 - FEBRERO 2017 ].
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