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Como ya hemos publicado en el verano, a propósito de las reuniones convocadas entonces por los dirigentes sectoriales del textil, a partir de enero de 2012 deberá estar circulando por el mundo la nueva imagen que ha sido decidida para representar la Moda España.

En las comparecencias públicas realizadas durante 2011 por el presidente de Fedecón y del Consejo Intertextil, Angel Asensio, ha reiterado que España es un país de esfuerzo exportador intermitente: sale a conquistar el mundo cuando la situación apremia, y recoge velas cuando mejora, y vuelta a empezar. Siempre está reiniciando su ofensiva. Pero ahora va a cambiar de estandarte.

La dificultad de internacionalizarse, en un mundo en el que todos hacen lo mismo, está en que hay que ir también con lo mismo y, a la vez, tratar de hacerlo de una manera diferente. Ahora los que estudian la posible estrategia del sector han determinado que hay que vender concepto (diseño, marca) y no producto. Importará, pues, el lema con el que se lance el mensaje, más que la falda o blusa concreta.

Eso es lo que tratará de materializar con el eslogan «Moda España, hecha para vivir». No es malo; pone la satisfacción o el bienestar por encima de la prenda concreta, y evoca un lifestyle español y mediterráneo. El concepto, y la etiqueta que lo vehicula, irán asociados a todo tipo de prendas de vestir y a los tejidos, en lo cual colaborará Texfor, así como a los calzados (previo pacto alcanzado con la patronal de este sector). Esta nueva identidad permitirá a las empresas nacionales mejorar su posicionamiento en el mercado e incrementar su internacionalización.

Se abandonará el uso promocional de los colores característicos que hasta ahora eran rojo y amarillo, sustituyéndolos por la combinación de amarillo y negro, el primero por ser símbolo de alegría y el segundo porque se considera representativo de una época (el tiempo de los Austrias) en que la personalidad de España —cuya Corte tenía un vestir muy austero— pesaba en Europa, según ha dictaminado la consultora Interbrand.

No es del todo convincente este razonamiento, porque la Corte española de aquel tiempo, más bien sobria, no tenía nada que ver con la función que luego desempeñaría Versalles (en cuanto a dictar el sentido de la elegancia), y durante el largo periodo histórico en que una buena parte de la nobleza española (los hidalgos, tan típicos de nuestra literatura) vestía de negro no lo hacía por distinción, sino porque, habiendo venido a menos pecuniariamente hablando, tenía que usar vestiduras más sufridas porque no tenía mucho recambio en el armario.

Por otra parte, la asociación de amarillo y negro suele ser, en la naturaleza, y también en los códigos de señalización creados por el hombre, indicadora de peligro o de prevención, como se puede ver en algo tan cotidiano como las señales de carreteras, lo cual no parece muy adecuado para presentar moda. Pero seguramente Interbrand, experimentada en la materia, ha sopesado ya todas estas consideraciones.


[Publicado en TEXTIL EXPRES Suplemento 198 — diciembre 2011 ].