Se llegó a la feria con ímpetu. Heimtextil abría como cada año la temporada de salones textiles, aunque en la indumentaria el Pitti acostumbre a ser incluso más madrugador. Del 11 al 14 de enero, la oferta habitual de textiles para la casa, a la que se añadía oferta recuperada (por el retorno de expositores que habían dejado de acudir), se desplegó expectante sobre un recinto ferial que, aun siendo enorme, estaba ocupado prácticamente al completo, salvo una planta del pabellón 9.
2.634 firmas de 61 países, con un crecimiento numérico del 2,4%. Una reorganización del espacio que aportaba mayor claridad a la oferta. Y muchas ganas de hacer negocio. Ésos eran los tres elementos con los que dibujábamos el cuadro del salón en el boletín quincenal de Textil Exprés inmediato a la celebración de Heimtextil.
Ahora bien: el impulso de la oferta no siempre es síntoma de lo que ocurre con la demanda.
Sólo en el caso de las firmas alemanas volver a Heimtextil era muestra de recuperación de confianza en su propio mercado, de manera que ahí sí que había una correlación: superados los años de mayor debilidad económica, la atmósfera es ya lo bastante buena como para justificar el gasto ferial. Los datos lo confirman: Al finalizar 2011, las ventas de textiles para el hogar en Alemania habían aumentado un 4,6%, y la progresiva reactivación del negocio en este sector desde 2008 ha hecho que el gasto familiar en textiles para la casa haya superado al dedicado, por ejemplo, a la electrónica de consumo. Para el presente año, los vaticinios son incluso mejores. El consultor IFH, especializado en investigación del negocio detallista, pronostica que el gasto medio por familia está en 2012 de 242 euros: 20 euros por persona (o un impresionante +8%).
Pero eso es Alemania. En el resto de Europa occidental, y particularmente meridional, el mercado flojea. Así que el ímpetu no es sólo virtud sino el fruto del hambre. Y, por tanto, no se habla de gasto ferial sino de inversión.
Por ejemplo, en el caso de nuestro país, puesto que la demanda interna está deprimida (en general, y más aún en los sectores relacionados con la formación de hogares y el equipamiento de la vivienda), hay que aumentar el esfuerzo en exportación. El negocio, si lo hay en alguna parte, está ahí fuera (no aquí dentro).
Los organizadores destacaban el crecimiento de todos los países, en lo tocante a expositores, aunque en el caso alemán era mínimo, de tres firmas hasta un total de 344. Como se mencionó entre otros retornos a Nya Nordiska, Sahco, Sonnhaus y Vorwerk (cinco), se entiende que hubo alguna baja también.
La mayoría de los nuevos expositores internacionales procedían, por este orden, de España, Turquía, China, Italia, Bulgaria, Reino Unido, Pakistán, Brasil y Estados Unidos. Aparte de Alemania, los de mayor presencia eran China, India, Pakistán, Turquía y cinco países europeos: Italia, España, Francia, Reino Unido y Portugal. Los organizadores mencionaban concretamente de nuestro país la reincorporación de Hijos de Antonio Ferre y Yebane; pero también de empresas de diversos países como Byron & Byron, Chivasso, Elitis, Castello del Barro, Marzotto, Luzmonte 2, Delbeke y otros.
España aportaba en total 94 expositores en catálogo, frente a 79 el año anterior. Lo que nos traía ecos de tiempos gloriosos, en que los españoles superaban ampliamente el centenar. Luego, en la práctica, fueron dos menos, es decir, 92, puesto que hubo dos desestimientos de última hora. Uno de ellos, muy significativo: la baja de Sati, empresa de muy larga tradición en Heimtextil, de fuerte vocación exportadora, y de alto peso específico dentro del sector en España, por lo que su ausencia (cualesquiera que fuesen las causas) suponía un pequeño impacto moral sobre el conjunto de expositores de nuestro país.
Con ese cuadro, el mantel y la mesa dispuestas, y los comensales ansiosos, comenzó a llegar el pastel... y se confirmó que el panorama está compuesto hoy en día por luces y sombras.
Desde el primer día pudo verse que la afluencia de compradores no era tan alta, tan intensa como el año pasado. Según la primera estadística de visitantes, su número retrocedió un 5%, bajando a unos, grosso modo, 70.000. En parte, porque (y esto ya viene siendo habitual desde hace años, sólo que la tendencia se refuerza con el tiempo) los equipos de compra son cada vez más reducidos, y la visita tiende a concentrarse en menos días. Sí, ya lo sabemos de otros años, pero la realidad sigue siendo ésa.
Y también porque los países de economías deprimidas no envían gente. «¿A comprar qué, si no vas a poder vender?».
Detlef Braun, miembro del Consejo de Dirección de la feria de Fráncfort, lo resumió en pocas palabras: «El declive se debe primariamente al menor número de visitantes de naciones europeas particularmente impactadas por la crisis de la deuda, en especial Italia, España, Grecia, Francia y Holanda». Por el contrario, aumentaron las entradas de Rusia, Oriente Medio, Turquía y Lejano Oriente; pero no lograron compensar el descenso de los demás, así que disminuyó tanto el total como la suma de los extranjeros, por lo que (y esto no es frecuente en las ferias de Fráncfort) el peso de los visitantes internacionales se redujo en ocho décimas, de un 65,% en 2011 a un 64,2% ahora.
Como los que se quedaron en casa son los que tenían peores expectativas comerciales para el año, el resultado fue que redujeron «el bulto», tanto de las cifras como de la aglomeración en pasillos. Pero no la sensación de negocio. Por ejemplo a los compradores alemanes se les veía más optimistas en todos los sentidos. Y, en general, quienes acudieron mostraron interés por la oferta y trabajaron intensamente en los stands.
Nuevas iniciativas, como la guía de empresas que aceptan vender cupones (pequeños pedidos para cadenas detallistas menores) fueron bien acogidas, y ganó prestancia un sector que sólo nos resulta colateral, pero que en el seno de Heimtextil ha cobrado nueva relevancia: el del papel pintado.
[Publicado en TEXTIL EXPRES Suplemento 199 — febrero 2012 ].