Ha cambiado la «gente guapa». Menos VIP. Mucha juventud, alegría y colorido.
En septiembre de 2011 se celebró en Madrid la edición número 54 de la Pasarela Cibeles, una manifestación de la moda española que había nacido a mitad de los años 80 y que se había mantenido a través de peripecias muy cambiantes para la moda misma, para la industria textil y para el entorno económico. Su programa comprendió aquel año 30 desfiles.
En febrero de 2012 hubo la edición número 55. Se mantuvo la sucesión ordinal, pero no el nombre, pues en esta ocasión se trataba por primera vez de la Pasarela Mercedes-Benz, bautizada así por la firma automovilística convertida en patrocinadora de numerosas competiciones de moda en todo el mundo. Seguramente ese mecenazgo fue muy oportuno para que se mantuviera en Madrid esta celebración, que estaba empezando a resultar muy gravosa para sus organizadores.
Ahora, del 14 al 18 de febrero de 2014, ha tenido lugar la edición número 59, quinta de la actual patrocinadora. En el trienio transcurrido se han efectuado muchos cambios de estilo y ambiente, en buena parte acogiendo la marejada internacional producida en este tipo de eventos, y también hubo alguna contracción del número de participantes. Se celebraron 26 desfiles con 30 protagonistas (teniendo en cuenta las participaciones en pareja). Abrió el calendario Amaya Arzuaga, Premio Nacional de Moda de este año, y lo cerró Jesús Lorenzo.
Ya en los tiempos de Cibeles había un programa especial para las figuras emergentes, bautizado como Ego. Se ha mantenido, pero simplificado, este año con sólo cuatro desfiles y diez protagonistas, operando (novedad de esta convocatoria) bajo el patrocinio especial de la marca Samsung (calificada de socio tecnológico), que otorgaba el premio Innovation Project. Mercedes-Benz, por su parte, ya venía concediendo los premios Talent.
La simultaneidad de fechas entre la pasarela y la feria permitió encadenar su desarrollo de una forma perfecta y que las comunicaciones de ambos eventos (incluida su capacidad de convocatoria) se reforzaran mutuamente.
Protagonistas laureados. Al final del día 17, Jesús Lorenzo cerró el programa general de la Pasarela Mercedes-Benz con un desfile realmente singular, como la trayectoria de su autor. Presentaba la colección de prendas de piel para otoño-invierno de 2014/15. Pero lo más sorprendente de este hombre, más que su obra, es su biografía. Es el diseñador de piel más joven en Europa, de tercera generación familiar, poseedor de varios premios internacionales, heredero de la prestigiosa saga peletera Groenlandia. Nacido en Pamplona, es licenciado en Económicas por la Universidad de Navarra y graduado en Diseño en Piel por Saga Designer Center de Copenhague y en Peletería por FSS International Grading Course (Helsinki). Combina su faceta como diseñador con la de experto en management de empresas del sector del lujo de moda en piel, y es profesor invitado en el Isern Fashion Business School (Universidad de Navarra). Sus colecciones han sido distinguidas en numerosas ocasiones con el prestigioso premio Top Lot de los Estados Unidos.
Abrió el programa del Ego, el día 18, Leandro Cano, ganador del Premio Ego Innovation Project, patrocinado por Samsung, en su primera edición. La colección se denomina 083º, referencia tomada de la bajada de temperatura que sufre el cuerpo cada hora después de morir. En la colección, compuesta por seis looks, se aprovechan diferentes recursos tecnológicos para añadir plasticidad y poesía a los propios recursos de la alta costura presentes siempre en los diseños de este autor, añadiendo al mismo tiempo materiales poco convencionales en moda para conseguir formas y transformaciones que no serían posibles.
Por otra parte, Leyre Valiente ha ganado el premio al creador nominado Diseñador Internacional Mercedes-Benz Fashion Talent, que será auspiciado por las distintas pasarelas patrocinadas por Mercedes-Benz en el mundo.
Y una fiesta desbordada con el pretexto de la moda. Cuando se creó la pasarela de Madrid, tenía un público diversificado: personalidades públicas vinculadas a la política de la moda como actividad económico-cultural, figuras de sociedad para dar brillantez a la fila cero, profesionales de la industria textil o del mundo del diseño (la parte congrua de la audiencia)… y, por supuesto, apasionados de la moda como diversión.
A lo largo de los casi 30 años transcurridos, las tres capas superiores de público han ido desapareciendo; ya apenas hay políticos, salvo alguno que cae por allí por compromiso; ya no hay «celebrities» para las portadas de revista; no se ven más profesionales que los del círculo concreto de cada desfilante; pero el ambiente global es más alegre y colorista que nunca.
Los empresarios y los diseñadores (que en ocasiones son una misma persona) cumplen su papel, pero apenas hay destinatarios para su mensaje. Ya no hay la «gente guapa» de hace pocos años que, a pesar de lo trivial del nombre, marcaba una categoría. Ahora todos son guapas y guapos intrascendentes, a los que la sustancia del desfile les importa muy poco; agasajados por un mar de firmas comerciales realmente pródigas, que montan stands publicitarios de considerable magnitud y generosidad.
La pasarela es el pretexto para crear un ambiente de festival. La marea humana que sigue a cada desfile pone la emoción. Los espectadores jóvenes con indumentaria avanzada son muchos más que en el 080 Barcelona y, desde este punto de vista, ninguna competencia es posible. Pero no existe una relación con la calidad intrínseca de los desfiles. Madrid es otra cosa.
[Publicado en TEXTIL EXPRES Suplemento 212 — abril 2014 ].