Antes de la crisis de Ucrania, Rusia ya estaba dejando de comprar.
Los rusos se habían convertido durante los años recientes para la Europa occidental, y desde luego para España, en algo parecido a lo que fueron los americanos en los años 60: clientes insaciables de todo, con dinero sin fin y ganas de gozar de la vida.
Una excelente clientela turística, pero también en otros órdenes del consumo y del comercio, en los escenarios de Europa Occidental y en los de la propia Rusia. Y, por supuesto, en los círculos de la moda.
El giro ha sido bastante sorprendente, y se manifiesta en muchos planos. Ha caído el flujo turístico de rusos hacia Occidente. Ha disminuido el volumen de negocio comercial entre las dos partes de Europa. Hay tensiones pre-bélicas que, como siempre sucede en estos casos, crean un ambiente nada propicio a la relación comercial. Hemos entrado ya, como derivación del conflicto ruso-ucraniano, en la zona de las sanciones económicas, donde es fácil desatar una escalada de agresiones cruzadas, de embargos y contraembargos.
Y todo ello en un tiempo en que Rusia entraba ya en dificultades específicamente económicas, que no se sospechaban hace poco, incluyendo la súbita y acusada depreciación del rublo, que dejaba de ser una moneda milagro.
Las exportaciones de confección de la UE a Rusia han estado ya bajando a lo largo del año actual a ritmos de entre un 12 y un 15% al mes, siendo el país más damnificado Francia y a continuación Alemania e Italia (lógico, puesto que estos países ya habían tejido una red de intercambios notable). En prêt-à-porter femenino, Francia ha bajado cuatro puestos como proveedora de Rusia, con la caída de un 24% en valor y de 35% en volumen, en pocos meses.
A comienzos de este año habíamos comentado que Ucrania se dibujaba como un importante proveedor de capacidad de producción a Europa Occidental. Este tipo de colaboración se encuentra en punto de muerto, puesto que el país está en condiciones prebélicas. Pero también se ha colapsado para nuestras marcas el comercio de consumo: en el último salón de Kiev, los expositores europeos tuvieron que abandonar, en un clima de guerra, el recinto ferial y despachar los negocios en sus hoteles. Y lo peor ocurrirá si Rusia decreta un bloqueo del textil occidental como respuesta a las sanciones que la Unión Europea le está aplicando en otras áreas.
El salón CPM celebrado a comienzos de septiembre en Moscú pareció en un primer momento que iba a verse muy perjudicado. Se abrió en medio de una gran interrogante, aunque se desarrolló con relativa normalidad. Para algunas firmas hubo un descenso de negocio de alrededor de un 15%, mejor de lo que se había previsto. Ahora se teme que, para las ediciones próximas, las condiciones vayan a empeorar.
[Publicado en TEXTIL EXPRES Suplemento 215 — octubre 2014 ].