Al fin, la capital histórica de la moda no podía ser menos que otras metrópolis: París necesitaba también, como cada año, su protagonismo formal en los calendarios de la temporada. Y lo tuvo: del 1 al 9 de marzo albergó la presentación de 92 colecciones de otoño-invierno de 2016-17 concebidas por otros tantos modistos de 25 nacionalidades.
Con una larga lista de presentaciones en off. La colección Givenchy, que en otoño de 2015 hizo una escapada muy espectacular a Nueva York (de lo que nos hicimos eco entonces, pues valía mucho la pena) volvió a la sede histórica. Tres colecciones de nombre también histórico (una de ellas, nada menos que Dior, y las otras Lanvin y Léonard), se presentaron sin maestro, porque los respectivos diseñadores titulares —que de alguna manera mantienen la continuidad del espíritu del fundador— cancelaron sus contratos de servicios con las correspondientes firmas poco antes del evento. Y esto cuando el Ayuntamiento de la ciudad ratificaba su fraternidad con los modistos afirmando que «La mode aime Paris».
Otro ilustre desaparecido, Balenciaga, pudo presentarse con la primera colección diseñada para su nombre por Demma Gvasalia. Otro caso notable fue el de Balmain, no sólo resucitado en los tablados, sino en la Bolsa (donde se le ha atribuido un posible precio de entre 300 y 400 millones de euros). Pero, sobre todo, París se internacionalizó más que nunca, ella que siempre es tan internacional, y colocó en los podios franceses a muchos nombres venidos de fuera, desde flamencos hasta norteamericanos.
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[Publicado en TEXTIL EXPRES Suplemento 224 — abril 2016 ].