Cambian los escenarios, aunque no siempre los actores. Y cambian las rutas, y las prioridades.
Desde un punto de vista cultural, Europa creó la moda. Creó el estilo, y la tendencia («lo que se lleva»), y la rotación del mercado. Y «el negocio de la moda» puso en marcha una apetencia de reposición, y un sistema rotatorio de abastecimiento de ese mercado, que excedía su propia capacidad de producción. Una parte importante de la población del mundo se fue organizando para proporcionar la moda que Europa dictaba y que todos consumirían. Pero la mayor o menor dedicación de los diversos pueblos a esa función no estaba predestinada. Todo dependería de las condiciones de coste, capacidad y circunstancias. Se desarrolló una asignatura básica: la del «sourcing», el aprovisionamiento. Que está evolucionando cada día. En estos momentos, el sistema europeo de la moda está dándole un giro de 360 grados al «sourcing» mundial de su propio sector, para detectar oportunidades después de haber estado explotando muy a fondo, últimamente, las capacidades de suministro de Asia y, en particular, de China.
El principio que rige ahora todas las exigencias, por encima del coste estricto, es la «reactividad», la capacidad de reaccionar inmediatamente ante una demanda cambiante, de ser tan rápidos como el mercado (incluida también la velocidad de transporte). Los augures del sector en Europa creen que, en este nuevo marco de exigencias, de cambiar rápido de producto en niveles de alta calidad, los suministradores más eficaces pueden ser los portugueses (que han alcanzado una agilidad extraordinaria, con la cual la enseña española Zara se ha convertido en una de las más rápidas del mundo para cambiar escaparates), los italianos (primera estrella del lujo, pero también de la subcontratación selecta), algunos europeos del Este, y los de la zona Euromed (beneficiados por la actual demanda de fast-fashion): Marruecos (con bazas importantes en el jean y en el punto, aunque con ciertas carencias en el textil de cabecera), Túnez (actualmente en un momento delicado en el comercio internacional) y Turquía (país un poco perturbado ahora por problemas políticos, pero experto permanente en el sourcing de proximidad).
Y luego viene, hacia el Este, el otro medio mundo encabezado por la enorme China, que se había hecho en poco tiempo absolutamente predominante, y que en un presente muy próximo parece haber retrocedido, como si fuera la consecuencia de una inhibición voluntaria, o de la mayor potencia de la demanda interna.
Y de alguna forma lo es, efectivamente: ha hecho un traslado de intereses. Ha invertido muchísimo, estos últimos años, ella misma, poniendo fábricas muy modernas, en los tres nuevos «dragones textiles» asiáticos (Myammar, Laos, Cambodia), con un régimen aduanero muy abierto y un coste de mano de obra extremadamente bajo. Circunstancias semejantes a las de Bangladesh. Aunque no debe olvidarse la penetración en curso en países africanos, donde China está invirtiendo precisamente en bases de abastecimiento.
Por tanto, es muy posible que, cuando un europeo haga un encargo a una fábrica de Laos, esté haciendo realmente un negocio con una empresa de capital chino. Lo que introducirá un factor de engaño en las estadísticas. Si bien, por el contrario, es también posible que compre a un proveedor chino, que en realidad lo manufacture en Cambodia. Estos asuntos son así de brumosos.
Y queda citar a dos países excepcionales, muy dispares: la India enorme, una reserva de la sabiduría artesanal y de los bordados y encajes, y a la vez uno de los mayores productores mundiales de seda y de algodón (y con una gran capacidad confeccionista hoy día, como hemos explicado en un número anterior), y Pakistán, también líder algodonero y especialista del casual y del denim.
Y otro país absolutamente singular: Vietnam, que ahora tiene un conjunto de fábricas modernísimas, muy bonitas (no es habitual emplear este calificativo para tales instalaciones), y que, cosa rara en el área, por el momento trabaja casi únicamente para Estados Unidos (pero sin estar satelizado, es decir, podría cambiar de socios fácilmente si la oferta es tentadora).
[Publicado en TEXTIL EXPRES - Revista Nº 230 - ABRIL 2017 ].
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