Y adaptarlos a los del comercio físico «normal».
Hace pocos años, antes de la pandemia, las empresas de gran distribución argumentaban, en sus reclamaciones de mayor flexibilidad de jornadas y horarios de apertura comercial, que no tenía sentido mantener las puertas de las tiendas físicas cerradas mientras el consumidor seguía haciendo compras online, en tiendas que trabajan en la red 24 horas al día, 7 días a la semana.La Generalidad de Cataluña, que siempre se ha mostrado muy atenta a la defensa de los intereses de los pequeño tenderos («botiguers»), y por ello es una de las que tienen un calendario comercial más restrictivo, no podrá poner puertas al campo en lo referente a la navegación de los consumidores por internet, ni a que durante las horas de cierre comercial se hagan compras por la red. Pero sí que quiere limitar el horario de entrega de productos. En marzo ha aprobado la memoria preliminar de un proyecto de ley que el Parlamento de Cataluña podrá validar... ¡en 2023! (según se ha informado), lo que daría un ejemplo de lo sobrecargada que está la agenda de los diputados de la comunidad autónoma.
La información es muy vaga. Alguien tituló en un medio que la Generalidad pensaba limitar el horario comercial de las tiendas online, cosa que es totalmente inexacta. Otros hablan de adaptar el horario de entregas del comercio electrónico al horario de las tiendas físicas. Según el consejero de Empresa y Trabajo, Roger Torrent, se trata de «proteger el tejido de proximidad». Pero también de poner un poco de orden en la logística de última milla, que genera, solo en Cataluña, hasta 66 millones de desplazamientos de repartidores al año. Al final, se dice que el Gobierno de Cataluña intentará consensuar con el sector de reparto los horarios, y dejar margen a los ayuntamientos para que adopten sus propias políticas al respecto. Cosa que, en la práctica, ya vienen practicando.
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