El «sector de la moda», en un perímetro muy amplio, gana algo de peso en la aportación al PIB, aunque lo pierde en el empleo, y también en las exportaciones.
Desde el textil de cabecera y el diseño hasta la comercialización a través de todos los canales de distribución de productos de confección, calzado, complementos, joyería, perfumería y, en general, todos los productos de uso personal que incorporan una marca de moda... ese es el vasto perímetro de lo que, desde hace unos años, se abarca en un «Informe Económico de la Moda de España», del que ayer fue presentada la última edición.
Toda esa amalgama de actividades aportó al Producto Interior Bruto (PIB), según se informa, un 2,9%. Una décima más que en 2022 y dos más que en 2021.
Durante el acto de presentación, celebrado en la mañana de ayer en Madrid, el director general corporativo del Observatorio Textil y Moda, José Monzonís Salvia, ha abundado en ese criterio que habrá que «incorporar nuevos agentes a las cadenas circulares de productos textiles y calzado que, tradicionalmente, no han sido catalogados en las estadísticas oficiales como pertenecientes a esta industria si bien, en los próximos años, van a sumar inversiones significativas».
Ese macro o hipersector, o como se quiera denominarlo, va reduciendo, por el contrario, su peso en el empleo, que todavía es mayor, en términos porcentuales, al peso del sector en el PIB: 3,7%.
En exportaciones, su peso también desciende una décima, y es de un 8,2%.
En el acto en que se presentó el informe, Juan Parés, presidente del Observatorio del Textil y de la Moda, recordó una vez más que, «como industria, debemos reflexionar sobre cómo lograr que el sector textil y de la moda mundial sea parte de la solución a los problemas actuales de clima, contaminación y sobreexplotación».
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