El salón italiano de moda masculina Pitti Uomo acaba de celebrar en Florencia su edición número 80. En el calendario de trabajo de una feria que tiene (como es habitual para la mayoría de las de vestir que existen en el mundo) dos convocatorias anuales, ochenta ediciones son cuarenta años. Y los responsables del evento así lo han conmemorado, aun cuando en el calendario astronómico todavía no se hayan cumplido, pues la primera edición tuvo lugar en febrero de 1972 y, por tanto, hasta febrero próximo no se habrán redondeado los cuatro decenios.
A comienzos de los años cincuenta hubo en Florencia una cierta ebullición circunstancial del mundo de la moda, cuando los desfiles de la Sala Bianca del Palazzo Pitti permitieron a las periodistas llegadas desde Nueva York descubrir que la fuente europea de la creatividad no era solo París. Si en 1948 se habían asombrado ante el «New Look» de Christian Dior, aquí pudieron ver pocos años después que había otra belleza vestimentaria latina un poco más al sur. Un episodio que después sería bautizado como «la náscita della moda italiana»para el mundo.
Desde entonces, estimulados por el éxito de esa llamarada, los círculos textiles florentinos no pararon de proponer otras acciones continuadoras de ese éxito, y no sólo trabajando en el ámbito de la mujer (la moda de la Sala Bianca había sido femenina, de hecho una irradiación de la Alta Moda de Roma), sino también, en un momento dado, en el campo del hombre, como vendría a ser, ya en los años setenta, el afortunado ensayo del primer Pitti Uomo.
Florencia, con celebridad histórica en el arte y la cultura, y también en el comercio, tenía sin embargo una clara inferioridad objetiva en esta contienda, encajonada en el propio país entre dos focos de gran magnitud como Roma y Milán, y mal comunicada para la vida moderna porque, en aquel tiempo, sólo tenía un aeropuerto de juguete en el que los aviones importantes no podían operar, por lo cual había que recurrir al tren; y, por no tener, no tenía ninguna estructura que pudiera hacer las veces de recinto ferial.
La primera edición del Pitti Uomo tuvo lugar en un hotel, el Villa Medici. Las siguientes (que desde 1973 llevaron aparejados ciclos de desfiles) deambularon entre hoteles o palacios históricos o, en un cierto momento, el Palazzo degli Affari que se acababa de construir. Pero sólo en 1983 pudo tomar plena posesión de la Fortezza da Basso, un recinto militar en ruinas que poco a poco se fue restaurando (y aún no se ha terminado).
Hoy la imagen del Pitti y la de la Fortezza son inseparables, aunque esta última se emplea para muchas más cosas ajenas al Pitti, feriales o no (incluso fue la sede de una Cumbre europea).
Sesión inaugural del Pitti Uomo. De izda. a dcha.,
Michele Tronconi, presidente Sistema Moda Italia.
Jacopo Morelli, presidente Jóvenes Empresarios.
Alberto Pecci, presidente CFMI. Enrico Rossi,
presidente Región de Toscana.
Gaetano Marzotto, presidente de Pitti Immagine.
Los profundos cambios del panorama europeo, en salones de moda masculina.La puesta en marcha del Pitti Uomo fue, en su momento, un gesto de valentía, no sólo por las deficiencias técnicas que la ciudad presentaba, sino por cuál iba a ser el panorama ferial europeo del momento (aunque bien es cierto que, en principio, la intención de los promotores era hacer un salón de moda italiana para el mercado nacional).
En Europa (y en el mundo, puesto que fuera de Europa no existía ninguna otra manifestación monográfica de la modalidad) iban a llenar la escena dos grandes ferias especializadas, ambas de considerable dimensión y de excelente contenido: la Herren-Mode-Woche, de Colonia, y el Sehm, de París.
La feria de Colonia (complementada por una manifestación gemela, Inter-Jeans, para la vertiente del denim), creada por entonces pero ya impetuosa desde la salida, era el reflejo del sector confeccionista más poderoso del momento desde el punto de vista económico, el alemán. Y dispondría desde el principio de los excelentes pabellones de la Köln Messe.
El salón de París, cuyo nombre completo —de ahí su anagrama– era Salon Européen de l’Habillement Masculin (es decir, con vocación continental), y que se atribuiría la condición de evento decano de la especialidad, disponía del magnífico emplazamiento del Parque de Exposiciones de la Puerta de Versalles. Complementado en la ciudad por los desfiles paralelos de las marcas de autor más emblemáticas, representaba la primacía mundial de Francia en la moda.
El Pitti entró a competir apoyándose en el magisterio indiscutible del arte sartorial italiano. Era, en cierto modo, un salón de moda creada por maestros sastres del país (los únicos, como se sabe, que pueden rivalizar con los londinenses de Savile Row), para vestir con elegancia incluso en lo informal. El salón mismo fue montado con especial delicadeza. Y corrió la voz por Europa de que era preciso ir a ver qué pasaba en Florencia. Sobre todo cuando los italianos tuvieron la osadía de cambiar las fechas de presentación de la colección de primavera-verano, anticipándolas de septiembre a julio (y luego a junio), con toda naturalidad.
La sensación causada por el Pitti Uomo se notó en España de forma muy particular, pues los promotores de nuestro salón (y pasarela) Gaudí Hombre, de Barcelona, a mediados de los 80, fueron a estudiar el fenómeno florentino y a beber de su inspiración, añadiéndole en el caso español un Gaudí Mujer.
El sorprendente resultado de todo ello fue que, aproximadamente treinta años después de la fundación del Pitti Uomo, los dos colosos feriales de la modalidad, Herren-Mode-Woche y Sehm, desaparecieron contra todo pronósticoen el tránsito de los años 90 a los 2000 (por supuesto, Gaudí Hombre/Mujer lo había hecho ya antes, pero, a esta escala de cosas, su presencia era sólo anecdótica); y ahora, otros diez años más tarde, el Pitti Uomo continúa, con plena internacionalidad desde hace mucho tiempo, habiendo superado entre tanto la amenaza adicional creada en la década de los 2000 por un nuevo gigante alemán de estilo diferente, pero de ámbito sectorial semejante, el berlinés (y transitoriamente catalán) Bread & Butter, que por un momento pareció que se lo tragaría.
Así pues, ha transcurrido una década desde que el Pitti Uomo es, en solitario, líder mundial de la imagen de moda masculina; y ha podido abrir esta edición conmemorativa número 80 con más de 1.000 participantes, que es su actual dimensión de crucero. Ahora mismo podría autocalificarse, no sólo de «salón europeo» como decía de sí mismo el Sehm, sino de «salón universal» en el ámbito monográfico sectorial al que se ciñe.
En la estela del Pitti Uomo, otros Pitti.Los mismos promotores del Pitti Uomo quisieron enseguida, y en distintos momentos posteriores, multiplicar el éxito de la idea en otros segmentos de la moda, y crearon muchas réplicas, con diferentes especializaciones.
Hubo, por ejemplo, Pitti Donna, Pitti Casual, Pitti Casa, Pitti Maglia, Pitti Trend… y Moda Pelle by Pitti Immagine; con duración más o menos efímera.
Y otros dos que se han consolidado: Pitti Bimbo, que es desde hace tiempo el salón más importante de Europa en moda para niños (extinguido también el homólogo de París, Mode Enfantine, y concentrado hoy básicamente el de Colonia, Kind und Jugend, en el área de la puericultura), y el Pitti Filati, muy limitado en cuanto a dimensiones por el cambio estructural que se ha producido a nivel internacional en el sector de la hilatura, pero que es referencia mundial obligada en cuanto a estilo y creatividad, sobre todo en los hilados de fantasía.
Por otra parte, desde hace ocho temporadas el propio Pitti Uomo tiene un satélite de moda femenina denominado Pitti W(Pitti Woman Precollection), que opera en parte como un sector del salón principal, en parte como un evento autónomo, en busca de definirse.
Y, por último, una observación necesaria: los nombres oficiales de todos estos salones llevan incorporada siempre (intercalada, para ser más exactos) la palabra Immagine. Cada vez que en este texto hemos mencionado a Pitti Uomo queríamos decir Pitti Immagine Uomo (y así los demás). Pero es obvio que, en la práctica cotidiana, todo el mundo lo omite. Hasta la gente del propio Pitti.
Y la constelación que lo circunda. Sin recurrir al término Pitti, otras manifestaciones más o menos conexas «revolotean» en su entorno: Vintage Selection, Taste, Fragranze, Touch, Neozone, Cloudnine, e incluso una feria absolutamente autónoma, Modaprima, que en principio no pertenecía al grupo; las cuatro últimas con sede en Milán.
Todo este movimiento ferial, tan prolijo, aunque siempre más o menos complementario, se articula y ensambla, desde un punto de vista empresarial, en el seno del Centro Moda Italia, aglutinador de intereses económicos y de inquietudes ciudadanas de la Región Toscana.
(Esto es sólo una recapitulación histórica, a propósito de lo que en lenguaje vaticano llamaríamos el «quadragésimo anno». En otros textos de este número se podrá ver la información específica relativa a la edición número 80 de Pitti Uomo y a la edición número 8 de su apéndice Pitti W).
[Publicado en TEXTIL EXPRES Suplemento 195 – Junio/Julio 2011].