En la hora de la finanzas, con un valor cuadruplicado en un año... que tiene otras razones.
El suizo recién hispanizado Thomas Meyer, que entonces contaba 20 años y vivía entre nosotros, imaginó un futuro en el que las personas pudieran vestirse de forma diferente, con prendas que provocaran emociones positivas y que estuvieran al alcance de mucha gente. Y así pondría en marcha algo que denominó Desigual. Eso sucedía en 1984. De modo que ahora, en 2014, se cumplen 30 años del suceso, y el autor debe estar rondando los 50 de edad. Durante todo este tiempo, el desarrollo del proyecto ha respirado positivismo, compromiso, mejora constante, innovación y diversión. Procurando recordar en todo momento su primer eslogan: Desigual no es lo mismo. Aunque, en otro sentido, se mantiene idéntico (con el mismo espíritu) que cuando nació.
No es probable que Meyer haya pensado en celebrar públicamente las primeras cinco décadas de su vida, ya que es un hombre muy reservado y, por ello, casi desconocido. Sería muy posible, en cambio, que festejara de alguna manera el trigésimo aniversario de su obra, puesto que sería un excelente motivo publicitario para la marca. Todavía no anunció nada, de modo que estamos adelantándonos a lo que, en ese orden de cosas, pueda ocurrir este año. Porque Desigual está siendo noticia ahora por otras circunstancias que valen la pena.
Al principio, no todo fue alegría. Primero hubo prendas sueltas. La primera colección de Desigual propiamente dicha, rica en estampados y colores, se presentó para la primavera de 1985. Al principio la vida fue, como sus prendas, alegre. Pero Meyer y su equipo, que tenían imaginación, carecían de experiencia empresarial. Aunque crecieron rápidamente para ser primerizos, varias decisiones equivocadas les llevaron en 1987 al estrangulamiento financiero. Suspendieron pagos en 1988, con sólo tres años de vida empresarial, y la reestructuración comercial y financiera no comenzó hasta 1991. Esta nueva década fue expansiva para la firma, que en 1998 abrió la primera tienda propia en España (en la galería comercial El Triangle de Barcelona) y empezó a exportar a Portugal y Francia.
En 1992, en el curso de una navegación turística por el Atlántico, Thomas Meyer había conocido a Manel Adell, que tenía entonces 30 años y estaba desarrollando una interesante ejecutoria profesional en importantes empresas, algunas de ellas multinacionales. Se hicieron muy buenos amigos, mantuvieron la relación, y diez años más tarde, en el 2002, decidieron trabajar juntos. Adell se incorporó al equipo de Meyer como asesor, luego como socio y enseguida como director general.
Para instrumentar esta colaboración decidieron crear la razón social Abásic, S.L.U., en la que Meyer tenía un 70% del capital y Adell un 30%. La verdad es que los Meyer eran, en ese momento tres hermanos: además de Thomas, que fue presidente de la nueva sociedad, estaban Christian (que operaría como director de expansión) y Daniel o David, puesto que de las dos formas ha sido citado, en una posición menos definida. Incluso había existido en un primer momento otro Meyer, Ignacio, que dejó la empresa en 1989, cuando la suspensión de pagos, y del cual nada más se supo. Pero los dos que permanecieron en la aventura con Thomas eran menos conocidos aún que éste para el público (apenas se sabía que existían). Por cierto: tampoco se les ha citado en ningún momento como partícipes sociales en Abásic, a menos que la vinculación familiar en el capital fuera colectiva, de «los Meyer». En cualquier caso, las funciones de relación pública siempre estuvieron confiadas a Adell, el director general externo que habían incorporado.
La misma empresa Abásic, por otra parte, fue una desconocida absoluta hasta hace poco tiempo, salvo en los Registros Mercantiles, y aún hoy carece de notoriedad. Ante el mercado en general, y por supuesto ante el gran público, la potencia icónica de la marca Diagonal ha fagocitado desde el principio todo lo demás.
En los años 2000, la gran explosión. Cuando nació Abásic, su primera facturación fue de 8 millones de euros. Pero en el año 2009 alcanzaba los 300, un salto impresionante, que sigue dejando estupefacto a todo el mundo hoy día, quizá empezando por el propio Thomas Meyer; en el 2010, llegó a los 440 (fue el año en que abrió en Madrid su tienda más grande del mundo, con 2.000 m2 en siete plantas, en la esquina de Preciados con Callao, y los flagship stores espectaculares de París-Opera y San Francisco); en el 2011, los 566; y 705 millones en el 2012. Cuando iban apareciendo estas cifras en la prensa, la carrera parecía irreal.
En este último ejercicio vendió más de 22 millones de prendas a través de sus diferentes canales de venta. La plantilla mundial del grupo se situó en 3.700 personas, de 85 nacionalidades. Durante una parte del año se había estado manejando la expectativa de facturación de 800 millones de euros, aunque finalmente no se alcanzó.
En el transcurso de este mismo ejercicio, por otro lado, sucedió un avatar absolutamente inesperado: Manel Adell abandonó la compañía en agosto por causas desconocidas (y no aclaradas después), en circunstancias muy raras que Textil Exprés ha narrado en su momento. Se dijo que la baja efectiva tendría lugar el 31 de diciembre, pero ya no se le volvió a ver. Su paso por el grupo había durado diez años.
Le sucedió como director general Manel Jadraque, que había sido su adjunto en los años anteriores y que, por tanto, aseguraba una perfecta continuidad.
Adell cesó también como socio, asumiendo Thomas Meyer la carga de pagarle en metálico su 30% del capital social y quedando él mismo, por tanto, como socio único. Luego se supo que el presidente había satisfecho al socio saliente 200 millones de euros, tras haber evaluado la sociedad en 700 millones, es decir, el nivel de facturación de aquel ejercicio. Parece que el pago se hizo en efectivo, habiendo negociado la provisión de fondos con diversos bancos, y asumiendo Thomas Meyer el coste de financiación.
Hubo otra baja importante en la estructura de Desigual al final de ese año: salió de la compañía Christian Meyer (hecho intrascendente para el público), para emprender una trayectoria propia. En este caso no se habló de compensaciones económicas, ya que, al parecer, no participaba (como antes se comentó) en el capital. Su marcha se debió a su discordancia con el presidente sobre la política de expansión en el exterior, que era precisamente su área de responsabilidad. Y lo cierto es que otros varios ejecutivos importantes (ajenos a la familia) dejaron la empresa en los meses siguientes, aunque también fueron contratados otros procedentes de empresas competidoras.
El imperio Desigual, en 2013. Los resultados de 2013 los ha presentado a la prensa Manel Jadraque (recién ascendido a consejero delegado) el día 18 de marzo de 2014, en la espléndida sede social inaugurada hace un año. El pasado ejercicio se cerró con una facturación de 828 millones (al fin se alcanzó y rebasó la cifra que se había estado profetizando durante el año anterior), con aumento del 18%, y con un beneficio neto después de impuestos de 129 millones, un 76% más que en 2012. Y vendió 26 millones de prendas en todo el mundo, en 109 países.
Ha continuado explotando su truco principal para obtener grandes márgenes (mucho mayores que los de la moda masiva de Zara, por ejemplo): vender prendas muy singulares, que la gente está dispuesta a pagar muy por encima del coste sin darse cuenta.
A pesar de tener 205 tiendas propias en el mundo (112 en España), y 68 franquicias, Desigual, que es un gran creador (aparte del genio personal de Meyer tiene sesenta diseñadores) y distribuidor de moda (nunca un productor), opera básicamente en el comercio multimarca, en lo cual difiere radicalmente de sus colegas españoles Inditex o Mango (que se apoyan en cadenas de venta con enseña propia): su enorme red comprende 10.000 mayoristas y detallistas ajenos, y 2.300 grandes almacenes de los más prestigiosos del mundo.
Una organización comercial de esa envergadura no podría ser gestionada sin una logística excepcional. Ya lo es actualmente, con sus instalaciones de España, Estados Unidos y Hong Kong. Y lo será mucho más en un futuro próximo, cuando entre en funciones el gran centro que se está construyendo en Viladecans, al cual se destinarán este año 40 millones de euros, de los 70 asignados a inversiones de todo tipo.
En cuanto a las previsiones de negocio, Desigual espera rebasar en 2014 (ejercicio durante el cual abrirá 90 tiendas propias y 20 franquicias en el ámbito internacional) la barra de los 1.000 millones de facturación, con una oferta que en los últimos años se ha enriquecido al añadirle calzado, ropa deportiva y textiles para el hogar.
Y ahora ha llegado el momento del capital exterior. En la reunión con los medios, esta vez Jadraque no sólo habló de la evolución interna (pasada, actual y futura) de la compañía. También de un factor incorporado por primera vez al lenguaje de Desigual: el capital exterior.
La sociedad francesa de capital riesgo Eurazeo, una compañía con gran experiencia en mercados internacionales, ha tomado el compromiso de aportar a plazo inmediato 285 millones de euros, cuya entrada se materializará en forma de ampliación de capital, y permitirá a Desigual asegurar la financiación de su plan de inversiones manteniendo su política de «deuda cero». No lo mencionó el consejero delegado, pero también se podría hacer notar que la cantidad se corresponde aproximadamente con el importe de la indemnización pagada a Adell por la recompra de su participación en el capital (incluido el coste financiero del crédito bancario), por lo que equivaldría a la reposición de un vacío transitorio de liquidez.
Al referirse a la presunta ampliación de capital, Jadraque dijo que ésta sería del 10% sobre el actual patrimonio social. Eso equivaldría a valorar dicho patrimonio en 2.850 millones, cuatro veces más que el valor estimado en 2012 (es decir, hace dos años) para compensar la salida de Adell. ¿Es posible que se haya producido una revalorización de esa magnitud en sólo dos años?
Los expertos han observado que Eurazeo paga su toma de participación a un precio equivalente a 11,7 veces el ebitda de la compañía, muy por encima de lo que es habitual en sociedades semejantes del sector de la moda, en el mercado internacional.
La compañía francesa nombrará dos representantes en el Consejo de Administración. Parece que Meyer designará otros dos consejeros independientes. Todo esto se hará en un futuro próximo.
Nadie lo ha comentado, pero podría ocurrir que fuera necesaria una transformación jurídica de la compañía, puesto que Abásic es una sociedad limitada de socio único (así se la sigue mencionando en la documentación del grupo), cuyo esquema básico ofrece poca flexibilidad para llevar a cabo este tipo de operaciones. A lo largo del último año, no obstante, se estuvo llevando a cabo una reestructuración societaria, no de la propia Abásic, sino de otras compañías que el grupo había ido creando en el exterior (su principal base de operaciones a estos efectos fue Holanda). Una de ellas era It’s not the same, luego reemplazada por Magic Stories, pero esta misma acabó, en cuestión de meses, fusionada con Abásic, que ahora opera como sociedad holding y como colectora de los resultados de todas las demás. Esto podría explicar también el sorprendente cambio de valor patrimonial del conjunto entre 2012 y 2014.
Según han afirmado hace unos meses fuentes de Abásic, ahora los resultados de todas las compañías (veinte en total, incluidas las de servicios y las cabeceras de cuatro zonas de distribución en el mundo) se consolidan en esta última, y es ella la que liquida todos los impuestos del grupo.
En un crecimiento espectacular, dos momentos asombrosos. Como antes se ha dicho, fue y sigue siendo asombroso (aunque, a estas alturas, nadie se plantea interrogantes) que la facturación pasara de 8 millones a 300 en el primer período de la era Adell.
Ahora es igualmente sorprendente que el valor patrimonial se multiplicara por cuatro de un año para otro, en el comienzo de la era Jadraque; pero hace un momento hemos aludido a la posible razón: la concentración de balances. Suficiente como para enfocar sobre el puerto de Barcelona el cañón de luz de Eurazeo, que difícilmente se habrá activado al azar.
Podemos añadir, por otra parte, algunas consideraciones sobre la propia Eurazeo: parece ser principalmente un gabinete de gestores, presidido por Patrick Sayer, especializado en colocar dinero ajeno, sin riesgo directo, en las empresas (igualmente ajenas) en que interviene, tomando el control decisorio de las mismas a pesar de su posición minoritaria, y convirtiéndose prácticamente en el accionista de referencia y en el cerebro en la sombra.
No es una función muy diferente de la que desempeñó Adell (aunque en su caso sin necesidad de aportar fondos, ya que los hizo surgir de la nada por su simple gestión) mientras ejerció sus funciones.
A Eurazeo (que cotiza en la Bolsa de París) se le cita ya como accionista clave de empresas como Europcar, Elis, Accor, Moncler, Asmodee, Foncia o ANF Inmobilier. Por el momento, ninguna española. Desigual afirma haberlo fichado «para acelerar su crecimiento y expansión internacional, pero también para mejorar su capacidad financiera».
[Publicado en TEXTIL EXPRES Suplemento 212 — abril 2014 ].