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En el número anterior de Textil Exprés dábamos cuenta de cómo el Council of Fashion Designers of America (CFDA), con sede en Nueva York, perplejo ante el curso, difícilmente controlable, que estaban tomando las presentaciones de moda de cada temporada, había decidido pedir un estudio sobre la materia nada menos que al Boston Consulting Group (BCG), uno de los gabinetes de consultoría empresarial más prestigiosos del mundo, aunque, en términos generales, ajeno a nuestro sector.

En nuestro número actual, este que el lector tiene ahora en sus manos, hemos ido recogiendo la información de las Semanas de la Moda celebradas en enero y febrero, con las propuestas de colecciones para otoño/invierno de 2016/17; entre ellas la organizada por la propia entidad solicitante del informe, es decir, la de Nueva York. Pero sin que el BCG hubiera elaborado entre tanto informe alguno.

Ahora bien: los consultores de Boston cumplieron su función a comienzos de marzo, distribuyendo un documento cuya utilidad como herramienta de trabajo se verá de cara a las colecciones de primavera/verano de 2017, a presentar en septiembre/octubre (si nos atenemos al calendario de lanzamientos hasta ahora imperante), pero cuyo valor como fuente de reflexión podrá ser inmediato.

Hay que aclarar ante todo que, como ya comentábamos en diciembre al dar cuenta de la petición del informe por parte del CFDA, el BCG no es un órgano que, en su ámbito de trabajo, tenga una especial dedicación al sector de la moda.

Sus reflexiones para esta ocasión emanan de las opiniones recogidas de expertos y profesionales del sector, que lógicamente el BCG ha sistematizado para trasladarlas como recomendaciones a los diseñadores y a los responsables de las marcas, debiendo ser estos en último extremo los que tomen las decisiones sobre su aplicación, sobre todo en lo relativo al debate sobre si abrir o no los desfiles al consumidor final.

Se utilizaron las respuestas de cincuenta expertos, americanos en un 60%. La primera opinión de algunos receptores del informe fue que la muestra es cualitativamente muy interesante pero cuantitativamente insuficiente, porque de sólo cincuenta opiniones, por importantes que sean, no se pueden deducir conclusiones susceptibles de ser consideradas representativas de un universo tan amplio como es el de la moda mundial.

Los autores del documento consideran que el objetivo de un desfile debe determinarse teniendo en cuenta la madurez de la marca, su posicionamiento en el mercado y quién es el distribuidor o el consumidor al que se dirige, así como también la importancia que tengan para el creador o para el comerciante factores tales como el canal multimarca o el e-commerce.

Y enumeran una serie de sugerencias derivadas de sus conversaciones con los profesionales, sin tomar partido de una manera expresa. Es lo mismo que hubieran podido hacer en una autorreflexión los propios ejecutivos textiles, y que en muchos casos harán.

Hoy día, las presuntas novedades quedan obsoletas tan pronto como se han mostrado en alguna parte, no importa en qué lugar ni con qué soporte. El tránsito a las redes sociales es inmediato, y los grandes amplificadores de las propuestas, también ellos agilísimos, son Zara y H&M (BCG dixit). No hay ninguna defensa propiamente dicha. Sólo mezclarse de algún modo en esa misma corriente y aprovecharla.

Ya lo hacen, cada cual a su modo, pero casi duplicándose a sí mismos sin más, Rebecca Minkoff, Tom Ford, Michael Kors, Proenza Schouler, Lela Rose, Theory o Tory Burch; nombres citados de una manera concreta por los propios consultores.

Cada marca pondrá en escena su propia presentación, según sus criterios. Pero el informe sugiere posibilidades sólo hasta cierto punto (puesto que evita tomar partido). Las primeras presentaciones (restringidas, para profesionales, compradores y periodistas) podrían hacerse entre cuatro y seis meses antes de la entrada en almacén; las imágenes serían embargadas, para evitar su fuga masiva a la red. Las presentaciones destinadas al gran público seguirían cuando las colecciones estén listas para ser vendidas. En ese momento ya todo es de libre disposición.

Los autores del informe aconsejan para ese momento, cuando la temporada de venta empiece realmente, acompañar el lanzamiento al gran público de campañas de publicidad en internet, creación de cortometrajes, quizá pequeñas fiestas en los comercios… y finalmente desfiles de gran formato abiertos al público.

Se podría mantener el sistema de desfiles clásico… añadiendo colecciones cápsula disponibles inmediatamente en el almacén. O fusionar presentación de colecciones y de precolecciones (¿con qué finalidad?).

Será necesario, dicen los autores del informe, repensar la cadencia de las entregas, reconsiderar los precios, encontrar el justo equilibrio entre artículos intemporales y prendas de «prêt-à-acheter/prêt-à-porter». Comprometerse en una evolución del sistema actual, en todo caso sin hacer necesariamente una revolución.

O sea (añadimos nosotros): lo que ya están haciendo muy bien cada día, sin decir nada, esos actores del mercado llamados Zara y H&M, que el propio BCG alaba.

Los autores del informe advierten que habrá ahora un período de tiempo de entre dos y tres años durante el cual numerosos diseñadores emergentes experimentarán con nuevos modelos de desfiles para adaptarse a una nueva realidad del mercado.

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[Publicado en TEXTIL EXPRES Suplemento 224 — abril 2016 ].


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