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El área de producto textil quizá con peor imagen de contaminación es ahora el más implicado en la sostenibilidad.

Todo el mundo se ha visto sacudido en los últimos tiempos, en el textil, por un desafío a la ecología (una parte del trasfondo ético por el cual se supone que, más o menos, se rige el sector), más allá de cualquier grado de compromiso que en un tiempo reciente hubiéramos podido considerar lógico y posible, verosímil en circunstancias normales. El desafío surge por el compromiso tácito que hemos establecido con ese criterio nuevo que llamamos la sostenibilidad.

La obsesión por el compromiso social en esta materia se ha generalizado de tal modo que nos hace difícil discernir hasta qué punto puede un protagonista real del mundo de la moda asumir responsabilidades morales serias, en un terreno que a menudo trasciende los límites de su auténtica influencia.

A la hora de las grandes declaraciones, el denim, en cuanto sujeto de la moda, es uno de los actores más afectados por las posibles tomas de postura, ya que ejerce una función de difícil equilibrio entre la transgresión y el pacto ecológico. Los actores del sector denim tienen que demostrar que su conducta es respetuosa, en todo, con el planeta en el que vivimos. Tienen que ser ecológicamente responsables.

Tanto en los talleres de tintura como en los de confección, los productores del tejido azul no quieren ya tener que ocultar o disimular sus métodos de fabricación. El denim juega ahora la política de la transparencia, en cuanto sea posible, esperando poder librarse de esa acusación de ser la industria textil más proclive a la polución.

Las colecciones para primavera-verano de 2020 incorporan nuevos desarrollos, en los que Vicunha ha sido ya pionera con anterioridad con el uso del algodón bio-certificado BCI (Better Cotton Initiative), proponiendo ahora –para el 30% de su producción- una base de hilos reciclados en los que se reduce el consumo de agua, de energía y de sustancias polucionantes.

La Sustainable Apparel Coalition (Sac), de Bangladesh, ha reunido ya a 220 actores internacionales del textil comprometidos en favor de una conducta eco-responsable, los cuales han puesto a punto el índice Higg, que mide el impacto mediombiental y social de la producción, incluyendo en la calificación «social» que sea respetuosa con el trabajo de los niños, con las discriminaciones laborales, con la equidad de los salarios… es decir, más allá del impacto sobre la naturaleza. El primer actor bangladeshí que se adhirió a la Sac fue el organizador del salón Denim Expo, y dos muy principales socios suyos en la materia, fuera de allí, son el francés LVMH y el turco Isko.

Este último fue el impulsor de la convención ZDHC (Zero Discharge and Hazardous Chemical Association), que había sido creada en 2011 para contestar a Greenpeace y su campaña Detox (una cuestión de ecología, ciertamente, pero también de ética profesional), que pretendía hacer desaparecer los productos químicos peligrosos para la industria de la confección antes de 2020. Impulsores de dicha convención son también los fabricantes de denim indios Arvind y Raymond Uco, así como, fuera de esa área, G-Star y Levi’s (que en otro momento citaremos).

La pasada primavera, en Vancouver, un coloquio sobre Textiles del Planeta permitió a Archroma presentar a la cadena textil su nueva solución de tintura índigo, mientras que el fabricante de denim tailandés Absolute Denim pasaba su primer pedido de prueba; aunque nadie ha superado por ahora los avances del español Jeanología en la reducción de los consumos de agua y de energía y de los productos químicos de acabado inherentes.

El taller de tinte del tejanero Wrangler anunció hace poco tiempo que había logrado un procedimiento de tintado «foam-dyeing» que permitía eliminar, siguiendo el proceso dictado por Jeanología, el 99% del agua consumida habitualmente en la tintura normal de índigo.

En junio último, Wrangler presentó en la sección Bluezone del salón alemán Munich Fabric, piezas de tejido denim vintage portadoras de la etiqueta 5.Zero, que garantizaban en sus prendas la ausencia de potasio, de permanganato, de cloro e incluso de arena usada manualmente, para «envejecer» la tela.

Los dirigentes de Jeanología anuncian que el 35% de los 5.000 millones de tejanos producidos cada año en el mundo están ya fabricados siguiendo las directrices más recientes de sus técnicos. De todos modos, y a pesar de los esfuerzos divulgadores de la propia empresa española, las diversas certificaciones y tecnologías tendentes a su popularización son todavía poco conocidas, y se hace escaso uso de los sistemas de etiquetado ya existentes en el mundo.

Desde hace algunos años, el turco Isko (portavoz privilegiado del sector) ha dejado a los salones profesionales de materias (hilados, tejidos) la función de comunicarles a los confeccionistas los desarrollos que se realizan en este terreno, y no carece de lógica que sean los salones los encargados de ser cajas de resonancia, pues es en su ámbito donde se establece la dialéctica entre las materias en discusión y el negocio.

Un caso singular muy importante es el de G-Star, un pionero en esta labor de comunicación, gracias al entusiasmo de su co-propietario el cantante Pharrell Williams, que en 2016 decidió colocar su marca bajo el signo de la eco-responsabilidad, si bien más adelante centraría sus esfuerzos principalmente en la salvaguardia de los mares: «Raw for the Oceans», es decir, la polución causada por los desechos textiles en las aguas marinas (otro ámbito de conflicto al que ya hemos hecho alusiones en el pasado, y del que de nuevo nos ocuparemos en otro momento y lugar).

De todos modos, G-Star ha sido también la responsable, ahora mismo, de promover en el mercado un jean presentado como «el más ecológico del mundo», con la más alta escala de certificación: «Cradle to cradle», C2C («de la cuna a la cuna»), al más alto nivel. Con una certificación especialmente distinguida.

Por otra parte, el certamen Kingpins cerró, durante los días 24 y 25 de octubre, en Amsterdam, el salón del denim por excelencia, en cuyo transcurso Levi Strauss ofreció una conferencia antológica sobre los 100 años de historia del vestido femenino realizado en tejido jean (desde la primera pieza de los que los españoles, andando el tiempo, y por una transferencia fonética de los jeans, llamaríamos tejanos).

© TEXTIL EXPRES

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