- El 60% de la ropa se quema o va al vertedero al año de fabricarse. Si esto es cierto, ya es lo bastante grave.
Una afirmación sin fundamento. Pero la posición en el ranking no es lo que realmente importa.
Hace tiempo (mucho tiempo, en realidad), cuando comenzó a ponerse de moda la acusación de que el sector de la ropa era la segunda industria más contaminante del mundo, advertimos en Textil Exprés que esa afirmación no parecía suficientemente acreditada.
Un par de años atrás, una competente periodista del New York Times, Vanessa Friedman, publicó un impecable artículo denunciando la falsedad del aserto, que sencillamente repite lo que se ha convertido en un lugar común, pero que nadie sostiene documentalmente. Friedman recogió citas en tal sentido publicadas en los medios, y quiso trazar el origen de semejantes afirmaciones. Al final todo el mundo redirigía a otra persona, publicación o película donde decían haberlo leído u oído. Pero, siguiendo la pista, nadie encontraba la fuente original de la cadena ni, mucho menos, su soporte en datos.
Probablemente alguien (nadie sabe quién, exactamente) fue el primero que dijo tal cosa, y el resto nos limitamos a repetirlo como loros, por el hecho de que es suficientemente dramático como para resultar movilizador.
Existe cierto consenso sobre la película «El Coste Verdadero» (The True Cost, 210) como uno de los propagadores de la afirmación, y su director, Andrew Morgan, cuenta que tal cosa fue dicha en una Conferencia de la Moda de Copenhague. En medios cercanos a la misma se apuntó que todo procedería de un informe de la consultora Deloitte, probablemente fechado en 2012, que nadie es capaz de encontrar en la actualidad. Vanessa Friedman añade, con sentido común, que sin datos que lo apoyen es engañoso declarar a la moda como «segunda industria más contaminante» del planeta, pero que tampoco importa tanto si es la segunda o la quinta.
En su artículo de 2018 recogía tres datos de informes de McKinsey y Quantis, los cuales, si son exactos, resultan por sí mismos suficientemente llamativos como para urgir a la acción:
—Cerca de tres quintas partes de la ropa acaban en incineradoras o vertederos un año después de su fabricación.
—Más del 8% de las emisiones mundiales de efecto invernadero son generadas por las industrias de la ropa y el calzado.
—Entre un 20 y un 25% de los compuestos químicos que se fabrican en el mundo son empleados por la industria de acabados textiles.
En efecto, no importa la posición del textil en el poco honroso ránking de sectores más contaminantes o con mayor huella de carbono. Lo que importa es que, en efecto, puede hacerse mucho para reducir su impacto medioambiental.
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