Desde el punto de vista cultural, la moda sigue siendo un concepto muy europeo, aunque desde el punto de vista industrial sea, cada vez más, asiático. El área del Pacífico es el gran taller del mundo. Pero Asia se está convirtiendo también, aceleradamente, en el mayor mercado, el gran consumidor. Y por eso las ferias en las que se presenta periódicamente la nueva moda se trasladan a donde está el mercado, donde se va a vender.
Sin embargo, en esta materia de tanta carga psicológica la importancia de las fuentes de inspiración, del genio, de las raíces, sigue siendo muy grande. Por eso, aunque los europeos estamos creando un desplazamiento de masas hacia Oriente, y hacemos que cada vez sean más grandes (con marcas europeas) las ferias de Shanghai, hay momentos en que los asiáticos sienten el impulso íntimo de buscar el origen (aunque en este caso no se trate, obviamente, de su origen cultural), de ir a la fuente de la inspiración. A pesar de que Europa no esté ahora en su época más brillante.
El mes de enero de 2013 nos ha deparado a los europeos una magnífica sorpresa: la de convertir a los japoneses en protagonistas estelares de nuestros certámenes de moda. El hecho fue bastante inesperado, y todavía un poco inexplicable; pero muy real.
La primera feria europea del sector, cada año, es la del Pitti Uomo, en Florencia. El calendario se repitió en 2013, obviamente, y deparó la sorpresa de que el mayor contingente de visitantes extranjeros fuera por primera vez, en una historia de más de 40 años (83 ediciones), el de los japoneses, rebasando a los alemanes que ostentaban un liderazgo histórico y que también fueron muchos (es decir, no se trataba de un retroceso suyo).
Los responsables del certamen florentino entendieron (y suelen ser de muy fina intuición para este tipo de juicios) que en este fenómeno había algo profundo, no un impulso turístico casual: los japoneses querían captar de cerca y enseguida los movimientos nacientes de un nuevo estilo en la moda. Quedémonos de momento con esta interesante sospecha, cuya posible trascendencia, si la hay, pronto se podrá comprobar.
Sólo una semana más tarde se produjo un segundo episodio del mismo género. Esta vez fue en el Bread & Butter de Berlín, un certamen bien diferente del de Florencia, menos refinado como fuente potencial de tendencias estéticas, pero sin duda muy importante como manifestación económica, aunque justo ahora haya sufrido un encogimiento.
Bread & Butter no es amigo de dar cifras de audiencia. Pero no ha podido silenciar su sorpresa: en las últimas sesiones tuvo lugar un flujo inesperado de japoneses que rebasó todos los precedentes y todas las expectativas del equipo ferial.
Sabiendo lo ocurrido en Florencia, y el poco tiempo intermedio transcurrido, sería posible una suposición lógica: en parte se trataría de los mismos japoneses que, habiendo hecho el viaje a Europa, lo habrían aprovechado para, con un coste adicional moderado, ver las dos manifestaciones.
Pero otra semana más tarde hubo un tercer fenómeno del mismo tenor que, aquí sí, rebasa todas las suposiciones de causalidad de conveniencia, más o menos fortuita: en el enorme conglomerado ferial de París (Who’s Next + Lingerie + Bijohrca, la casi totalidad de la Puerta de Versalles) los visitantes de larga distancia, con una preeminencia fundamental de japoneses, fueron los grandes protagonistas.
En el caso de París, las circunstancias fueron muy especiales: hubo una importante nevada, en los días centrales de la feria. El 40% de los vuelos internacionales fueron suspendidos y el servicio de Eurostar anulado. En el espacio nacional fue peor: cancelación de vuelos internos, corte del tráfico por carretera, suspensión de transportes urbanos en la capital. Los parisinos se quedaron en sus casas. Pero los asiáticos y americanos habían llegado en los dos días anteriores a la nevada, ya estaban allí y no se refugiaron en sus hoteles. En la feria, dieron un registro de audiencia excelente. Los japoneses en cabeza. Para gran satisfacción de los ejecutivos feriales, no sólo porque salvaban la concurrencia de esta edición específica, sino por lo que pueden significar como señal duradera de una nueva orientación de aquellos públicos hacia Europa (y, en este caso, París).
Tres semanas afortunadas, esperemos que significativas.
[Publicado en TEXTIL EXPRES Suplemento 205 — febrero 2013 ].