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El pasado 7 de mayo fue un día memorable en los anuarios de la moda, porque Giorgio Armani, el diseñador más famoso del mundo, celebraba el 40º aniversario de su trayectoria profesional, y lo hizo muy brillantemente; una trayectoria que hubiera sido mucho más larga si no fuera porque, curiosamente, el caso de Armani es, en lo que concierne a su dedicación profesional, el de una vocación tardía. Nacido en Piacenza en septiembre de 1934, estaba ya en la cuarentena de su vida cuando se estableció como modisto en la que a partir de entonces sería su sede, en la Via Bergonone, de Milán, en una antigua fábrica que, reconstruida en 1975, está actualmente considerada como una joya de la arquitectura contemporánea.

La celebración comprendió un desfile que sería memorable, y una cena calificada de fiesta real (con frecuencia se cita a Armani como «il re Giorgio»), con 500 invitados entre actores, cantantes, estrellas de todas las artes y políticos (incluido Matteo Renzi, el jefe del Gobierno Italiano).

Tenía también un alto valor conmemorativo el acto inaugural del espacio multifuncional «Silos», de 4.500 metros cuadrados, que acogerá su museo histórico, y permitirá múltiples usos culturales. Un espacio que no existía, que ha nacido en pocos meses, con unas dimensiones y una disponibilidad que nadie podía imaginar, y que el propio Armani definió como un regalo a la ciudad.

La cifra de negocios consolidada de su imperio se situó en 2014 en 2.500 millones de euros, con un alza del 16%. Se elevó a 3.700 millones si se cuenta la facturación de sus licencias. El negocio global ha mantenido sus inversiones, de 170 millones de euros, y ha terminado el ejercicio con una tesorería de 500 millones.

Por otra parte, en este año de efemérides Forbes ha cuantificado la fortuna del modisto en 7.800 millones de dólares.

En los últimos tiempos, Armani ha revisado la organización de sus negocios, estructurados hoy como ocho divisiones identificadas como marcas, cada una con su red de distribución (2.700 puntos de venta en el mundo), desde la alta costura (Armani Privé) hasta el prêt-à-porter, el denim y el sportswear, el niño y la casa.

Y luego hay que contemplar las soluciones globales de futuro para su imperio: la creación de una fundación, la asociación con un partner industrial, la entrada en Bolsa… Armani ha prometido que en 2016 lo resolverá.


[Publicado en TEXTIL EXPRES Suplemento 220 — septiembre 2015 ].


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