Alejandro Laquidain (CIE) y Agustín Martín (CCOO).
Euratex no se atrevió a comunicar, en su día, la baja del Intertextil en la organización europea. Cuando volvió, no tuvo que pedir el alta.- UGT se alegró, en la firma del actual Convenio, de haber recuperado la «unidad de acción del sector». Y es que no vio con buenos ojos la ruptura del Intertextil en 2014.
- Fedecón: «Los empresarios no defendemos una parte sino el conjunto. Generamos empleo. Y para crearlo es fundamental tener la capacidad de adaptación a los ciclos».
- El último Convenio que firma, por Intertextil, Alejandro Laquidain.
En más de un cuarto de siglo informando del textil, no recuerdo que nunca antes la prensa haya sido convocada a una firma de Convenio Laboral. Debe de ser —imagino—, y por una o varias causas, una ocasión diferente, especial, importante, extraordinaria. O quizá coincide con un cambio de política de comunicación. Más adelante se verá algún signo corroborándolo. De momento, me dirijo a los actos con cierta intriga.
Llego a la Casa del Colegio del Arte Mayor de la Seda en Barcelona, histórica sede del Gremi de Velers (que no hacían velas, sino finos velos o pañuelos de rostro y de cabeza), y patrimonio de la asociación de los sederos, actualmente en vías de integración en la superpatronal Texfor. Allí está el presidente del Consejo Intertextil, Alejandro Laquidain, a quien desde que compartiéramos camareta de milicias universitarias me siento inclinado a llamar Álex. Lo veo en un sofá en animada conversación e interpreto que está siendo entrevistado, pero me equivoco.
Me llama y me dice que están hablando del Barça, y entro en la conversación hasta descubrir que se trataba de una broma, que en realidad estaban meditando sobre las posibilidades de retorno de la industria textil a España. Me sirve para conocer, no obstante, que tiene un palco en el Camp Nou, que apenas utiliza. Las cosas de la política sectorial no dejan mucho tiempo. No tardará mucho en dejar estas responsabilidades, después de haber sido sucesivamente presidente de los sederos, de Texfor y del Consejo Intertextil. Quizá dentro de poco disponga de más tiempo para sí mismo.
El año pasado, la negociación del Convenio Laboral le proporcionó sinsabores, con un conflicto interno que enfrentó a las patronales del textil de cabecera con la de las prendas de vestir, eso que desde hilatura y tejeduría se dio en llamar (desde hace un par de años), «el producto acabado», una expresión que, rigurosamente aplicada, incluiría los textiles para el hogar, pues también son productos manufacturados y acabados, listos para su entrega.
Los intereses de las industrias del vestir no siempre coinciden con los de aguas arriba en la cadena de valor. A la hora de ponderar la importancia de salarios y flexibilidad, no puede verlo igual quien tiene cien telares produciendo prácticamente solos que quien dispone de cincuenta máquinas de coser y cincuenta personas, una en cada máquina. Esas diferencias de visión y de planteamiento, junto con otras discrepancias de fondo y de forma, condujo a la ruptura del Intertextil, y a la firma de una renovación provisional del Convenio, para proceder a la negociación del siguiente desde una patronal dividida (o multiplicada, según se mire). En el fondo, algo parecido a lo que ocurre por la parte sindical, que tampoco muestra una representación unitaria. En el frente sindical por un lado está UGT, por otro CCOO. Pues bien, desde la industria hoy tenemos por un lado al Intertextil, y por otro a Fedecon y el Género de Punto, que en otros ámbitos actúan coordinados bajo el paraguas de Modaespaña (una confederación de la que también forman parte marroquinería y complementos), y que en el terreno de la negociación laboral van de la mano.
De aquel tiempo conflictivo, tan próximo, Laquidain se acuerda durante la charla informal por otras razones. Por ejemplo, por la baja que, a instancias del «producto acabado», el Intertextil se vio obligado a causar en Euratex, la asociación paneuropea de patronales textiles. En Bruselas no lo comprendían. Quizá —dice Laquidain—porque allí no piensan en la empresa textil española media, sino que para ellos España es Inditex, Mango, Desigual… y no podían comprender que esa industria de primer rango mundial se plantease abandonar las tareas de lobby europeo. Cuando Intertextil, ya separadas del Consejo Fedecón y la Agrupación del Punto, pidió volver, en realidad no tuvo que hacer muchos trámites. Euratex no se había atrevido a comunicar a sus otros socios ni a las diversas instancias europeas que España se había dado de baja. Y está claro que, si no te has ido, no tienes que volver: siempre estuviste ahí, aunque fuera en la ficción.
Hoy es un día muy diferente. Hoy es una jornada de satisfacción: habemus Convenio. A Laquidain se le ve contento. Tiene allí a tres informadores del textil, se han sumado ya un redactor del diario «La Vanguardia y una periodista de Europa Press, y entra otro más, del mundo de la moda, con el que el presidente tiene especial complicidad, quizá porque se hablan a menudo, y a quien cariñosamente, a modo de elogio, le llama «bicho».
Podríamos preguntarnos por qué seguimos en la sala de recepción, y es que, mientras una treintena de personas protagonistas (las que estamparán sus firmas en el Convenio) matan el tiempo en el interior de una sala, el presidente aguarda fuera (y nosotros, los informadores, le acompañamos en su espera) a que llegue Antonio Deusa, secretario de la confederación de Industria de UGT, única persona que falta para completar el cuadro de la firma. Mientras esperamos, se nos añade durante unos instantes Agustín Martín, secretario general de Industria en CCOO, quien en realidad salía a fumar un cigarrillo y que al vernos departe brevemente con nosotros. Durante la mañana estuvo manifestándose en Badalona contra el anunciado cierre de la planta de Valeo. Es una empresa de componentes para automoción que traslada capacidad de Martorelles (Barcelona) a Zaragoza. «Esa decisión no tiene nombre, justo antes de vacaciones y justo cuando el sector del automóvil está funcionando muy bien». Es decir, cuando no hay crisis. (Y luego nos cuentan que el textil es un sector difícil —pienso—).
Llega Deusa y entramos en la sala, que es de esas que te hacen pensar en que el textil fue una vez un sector poderoso. Y allí están las treinta personas, representantes de distintas patronales y subpatronales del textil, de un lado, y de los sindicatos, de otro. A los primeros los reconocerás porque llevan traje y corbata. Luego dos de ellos me confiesan que en el coche iban en mangas de camisa, y que la corbata y la chaqueta se las pusieron justo antes de entrar en el Col.legi, para la foto. Periodistas y sindicalistas vamos más informales. Y es que es la una y media del mediodía del 30 de julio, y Barcelona parece una marmita a vapor en este verano de olas de calor sucesivas.
Habla Laquidain. Califica a este acto como «solemne pero familiar». Resalta como aspectos positivos de este Convenio que ahora se firma su duración y la recuperación de la figura del Observatorio Textil. En cuanto a la duración, el hecho de que se haya firmado un acuerdo para tres años «nos ha de dar la tranquilidad necesaria para centrarnos en las tareas que debemos desarrollar como sector productivo», tales como formación de plantillas y relación con centros tecnológicos y universidades. En cuanto al Observatorio, «hemos de recuperar el espíritu de trabajo que habíamos perdido, para hacer valer el peso de la industria textil y de la moda española», básicamente mediante un trabajo combinado de industria, sindicatos, administraciones estatal y autonómicas, en proyectos europeos.
Para el presidente del Consejo Intertextil, lo mejor de este Convenio es que «ninguna de las partes estamos ni demasiado contentos ni demasiado enfadados».
Para Antonio Deusa, «lo más importante de este acto es el acto en sí mismo, primero porque se hace en Cataluña, con la importancia que esta Comunidad tiene para el sector, y segundo por el valor que tiene la propia firma del Convenio, en el que nos hemos quitado por sabores agridulces del Convenio anterior». Destacó que trabajadores y empresas han venido trabajando estos años últimos de forma conjunta para sacar adelante el sector, y lamentó que en la ocasión precedente vio «peligrar esa unidad de acción que tan buenos resultados había dado».
Mientras que para Alejandro Laquidain este es el último Convenio que firma, para Agustín Martín de CCOO es el primero, y es muy importante, por tratarse de un sector referente dentro de la industria. Destaca también que sea para tres años, porque aporta sosiego en un cambio de ciclo, lo que contribuirá a dar consistencia a la reactivación, y permitirá «superar los años de sacrificio y sufrimiento». El resto de su discurso se dedica a criticar los planteamientos de un pasado reciente, en que se declaró a los sectores industriales como maduros y obsoletos y se apostó por el financiero y el inmobiliario, lo que «nos ha llevado a perder una parte importante del PIB industrial y a tener un peor comportamiento en empleo que otros países de Europa donde se ha primado a la industria».
Antonio Asensio, presidente de Fedecon y de la confederación Modaespaña, en nombre de las industrias del vestir se sumó a felicitaciones y agradecimientos, pero se mostró menos complaciente: «El objetivo es seguir trabajando. Creemos todos en la reindustrialización y estamos en ello. Para nosotros, luchar por el sector es adaptarlo en cada momento. Los empresarios no defendemos una parte sino el conjunto: generamos empleo; y para crearlo es fundamental tener la capacidad de adaptación a los ciclos. Como estoy seguro que todos pensamos lo mismo en este sentido, seguiremos trabajando para ir en esa línea y buscar puntos de encuentro».
[Publicado en TEXTIL EXPRES Suplemento 220 — septiembre 2015 ].