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Primeros premios: Evelina Martirosyan y Fran Jiménez.

Desde 1928, ya una larga historia, la Escuela Superior de Diseño de Moda Felicidad Duce, pieza emblemática de LCI Barcelona, viene siendo la institución de referencia para certificar, al final de cada período académico, lo que será el nivel de competencia de cada promoción de nuevos profesionales, una generación de diseñadores que demostrará en sus proyectos de fin de curso la suficiencia alcanzada.

En la competición final del curso 2014-2015, cerrada en julio, confrontaban su genio creativo 36 alumnos (31 chicas, 5 chicos) dispuestos a superar la prueba de la obra bien demostrada.

Cada año Felicidad Duce repite la eterna pregunta: ¿Qué es la moda? La moda para muchos es un estilo de vida. Es arte, es creatividad, es talento. Justamente lo que en cada promoción una treintena más o menos amplia de jóvenes está dispuesta a demostrar.

Los alumnos de Duce son de distintas procedencias nacionales. Lo cierto es que este año sólo había un finalista brasileño y un ruso; los demás eran españoles. Otras veces la internacionalidad es más evidente. Pero esto importa poco, porque el factor lingüístico no es un factor de valoración. El talento y la creatividad (dice la escuela) son idiomas universales (y, añadiríamos nosotros, no se expresan necesariamente con palabras).

Para evaluar el trabajo de este año, la escuela partió del término Heteroglosia, que refleja la coexistencia de diversos conceptos en un mismo desfile. Hay que ver el trabajo como el resultado de un proyecto educativo y humano desarrollado a lo largo de los años académicos, y por tanto fruto de una síntesis.

Aparte de este criterio genérico, hay la evaluación funcional: el jurado valora la creatividad, la innovación, la vanguardia, la fuerza del concepto, la coherencia de la colección, la selección de los materiales, la adecuación del color, el tratamiento de las materias, la viabilidad comercial y la correcta ejecución de las prendas. De modo que, en el fondo, y a pesar de todos los criterios generales que se han dicho, sí que puede haber una tabla de puntuación muy severa y específica. Aplicada en este caso por un jurado de once personas.

La materia docente global sometida a juicio era la de Enseñanzas Artísticas Superiores Adaptadas al Espacio Europeo de Educación Superior en la Especialidad de Moda. El comité de expertos, integrado por diferentes profesionales de la moda de múltiples especialidades, ya había hecho una primera valoración de los trabajos el 20 de junio, seleccionando las 36 colecciones que el jurado debía examinar.

Estos trabajos finalistas se desplegaron para conocimiento público el día 9 de julio en un desfile que tuvo lugar en la Sala Marqués de Comillas de las Drassanes Reials de Barcelona; en ellos convivían técnicas artesanales diferentes y sensibilidades distintas, como ya hemos venido resaltando, armonizadas por un único código: les métiers d’art.

Al final del desfile se entregaron los premios a las mejores colecciones de la promoción, que ya habían sido seleccionadas por el comité de expertos previamente y que formaban parte del material desplegado en la pasarela.

Hubo dos primeros premios para las colecciones «Skazka» de Evelina Martirosyan y «Geldiezin Bihtza» de Fran Jiménez; un segundo premio, para la colección «2.1» de Carlota Millán; y dos terceros premios, para las colecciones «Luminiscence» de Anna Vendrell y «Symbiosis» de Adrià Doy.

En julio un curso se ha cerrado. En septiembre, cuando se lean estas líneas, otro curso estará listo para empezar. La formación no para, en tanto siga habiendo vocaciones, que son la cantera de la moda.


[Publicado en TEXTIL EXPRES Suplemento 220 — septiembre 2015 ].


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