En otro tema de este número se da cuenta de la opción tomada en enero por los llamados editores textiles del sector de la decoración, marquistas comercializadores que, sin ser propiamente fabricantes, tienen mucha influencia en la creación y difusión de estilos y tendencias, los cuales decidieron integrarse en la feria madrileña Intergift, un escenario que hasta ahora no habían utilizado, prescindiendo de la posibilidad de hacerlo en Hábitat.
En cuanto al sector convencional de fabricantes de textiles para el hogar, que había tenido durante años una brillante feria propia en Valencia llamada precisamente Textilhogar, y que en los últimos tiempos ha venido desentendiéndose cada vez más del certamen plurisectorial Hábitat con el que la Feria de Valencia intentó suplir el declive de las manifestaciones monográficas afectadas por la crisis y pertenecientes a ámbitos económicos relacionados con el equipamiento de la casa, tendrá su última oportunidad en la próxima convocatoria, del 9 al 13 de febrero.
Sin embargo, en los últimos años el textil ha venido teniendo una participación en Hábitat cada vez menor: 43 expositores en 2013 y 18 en 2014, reducidos a una decena inscritos a comienzos del año para la edición de 2015, en la que prácticamente no tendrán masa crítica para ser considerados un sector.
Y esto ya no guarda relación con el estado más o menos adverso de la coyuntura de un ejercicio concreto. Se trata de que Hábitat no ha sido capaz de generar el ambiente o la motivación adecuados para que un sector específico del mercado se considere debidamente reflejado en su seno, o bien que no ha sido aceptado por oferentes y demandantes como un marco válido de relación comercial.
Durante el mes de enero, el presidente de Ateval, la Asociación de Empresarios Textiles de la Comunidad Valenciana (miembro del Consejo Intertextil Español), y el de la entidad equivalente a nivel comarcal para l’Alcoià y El Comtat, donde se producen las mayores concentraciones de esta industria, han estado predicando la conveniencia de volver a tener una feria propia del sector, suficientemente representativa y específica, más operativa que de imagen, con costes adecuados a esta fase de relanzamiento de la industria que, según los indicios que se están detectando, podría tener lugar en un futuro próximo. No tendría por qué ir necesariamente vinculada a la ciudad de Valencia. No es una hipótesis con horizonte lejano: Ateval considera que el próximo mes de septiembre sería un momento adecuado.
Incluso se ha propuesto un título, que actualmente se emplea para designar operaciones de promoción de la exportación coordinadas (y subvencionadas) por el Icex: «Home Textiles from Spain». Sería una materia a negociar. Y, por otra parte, quizá sería un enfoque demasiado orientado al mercado exterior y, en el fondo, demasiado excluyente de un mercado nacional que, si el país en efecto se recupera, puede volver a ser interesante.
La evocación de Textilhogar es más nostálgica que útil, porque las circunstancias han cambiado demasiado, pero no está fuera de lugar recordarlo. Se fundó en 1969, un año antes que la Heimtextil de Fráncfort, que tiene hoy la referencia de liderazgo europeo (y mundial) para las manifestaciones de este tipo. Celebró 38 ediciones seguidas, con cadencia anual, la última de ellas en 2007. Fue en cada convocatoria una gran feria valenciana, dada la preponderancia de los textiles de hogar en la economía de esa Comunidad (un 60% del total nacional), pero también una gran feria española; en algún período, el presidente del certamen fue un empresario catalán. Alcanzó su máxima dimensión en 1990, con 646 expositores. Durante un largo período su audiencia fluctuaba entre 16.000 y 20.000 visitantes,
Cuando estalló la crisis financiera internacional, en 2008, el sector se hundió en todas partes; quizá más radicalmente en Cataluña, donde la desaparición de los nombres históricos ha sido casi general. Pero ese año la feria, como acabamos de ver, ya no se celebró.
Desde el comienzo de la crisis hasta el 2014, en que se estabilizó, el textil valenciano (fundamentalmente de hogar) perdió 470 empresas y 6.000 empleos, un contingente muy importante.
Se supone que la restauración de una feria propia, si ahora se produce, tendrá que ser en un plano muy realista y para negocios, nada ornamental; al menos durante un tiempo.
[Publicado en TEXTIL EXPRES Suplemento 217 — febrero 2015 ].