Ya en la tarde del día 2 de febrero hubo un inicio de programa, pero el verdadero arranque fue en la mañana del día 3, con una apertura de pasarela en la que compartieron tiempo, uno tras otro, primero Cóndor y luego Bóboli.
Lo de Cóndor era casi explosivo, por una circunstancia en cierto modo marginal, pero que creaba mucha tensión en el ambiente, máxime porque había sido divulgada con antelación: desfilaría la top infantil rusa Kristina Pimenova, rubia y con ojos azules, considerada la niña más guapa del mundo.
Cóndor, referente en calcetería desde 1898, hoy perteneciente al Grupo Valls, presenta desde 2006 colecciones de «look total» para niños y niñas de 0 a 12 años, bautizadas como CND by Cóndor, que vende en 4 tiendas propias y 5 franquicias, distribuye en España a través de 3.000 clientes multimarca, y cuenta con una importante presencia exterior en Europa Occidental, Rusia, Estados Unidos, América Central y del Sur, Japón y los Emiratos Árabes.
En este caso la colección se denominaba Chocolat by CND, y Kristina iba a ser la presentadora estrella. La circunstancia había sido anunciada ampliamente, por lo cual, aun tratándose de la apertura de programa, es decir, de una hora temprana, la expectación (con una gran audiencia de periodistas y fotógrafos) era enorme. Pero, aunque la niña estaba sentada en primera fila y se dejó hacer centenares de fotos sin perder la sonrisa, no desfiló ni realizó comentario alguno (y al final desapareció discretamente). No se había podido solucionar a tiempo un problema burocrático surgido con las autoridades, por algo relacionado (se supuso) con la normativa sobre trabajo infantil.
La niña es ciertamente bonita y, aunque sólo tiene diez años, posee mucha soltura y expresividad, puesto que es modelo desde los tres años, y ha posado ya para Armani, Roberto Cavalli, Dolce & Gabbana y Benetton, entre otros nombres importantes. Hija de una ex–maniquí, ha crecido en un ambiente de moda desde la cuna, pero lo de la más guapa del mundo es, obviamente, una hipérbole gratuita, porque ¿quién mide y homologa esa belleza? El asunto se presta a mucha filosofía, tanto que en Textil Exprés ya le hemos dedicado nada menos que uno de los editoriales del número anterior, redactado justamente mientras el 080 discurría.
Sea como fuere, el desfile de Cóndor, amenizado en directo por la orquesta de siete músicos de Ramón Mirabet, resultó excelente, con prendas encantadoras para niños y niñas, y estas últimas, las niñas, eran todas guapísimas, graciosas y con una sonrisa feliz, y desfilaron muy bien.
A la colección de Cóndor le siguió en pasarela la de Bóboli, marca infantil de la firma Star Textil, creada en 1981 y que hoy está presente en más de 1.500 puntos de venta de más de 50 países, con 50 tiendas exclusivas en España. Era una colección muy agradable y graciosa; dicho de otro modo, muy tentadora. Dinámica, fácil de llevar. Distinta de la que la misma firma presentó pocas semanas antes en la feria Fimi de Madrid, donde exponía. Esto se explica porque, al parecer, tiene la política de hacer para cada temporada una sola colección amplísima y muy diversa, que luego fracciona según los escenarios, para no repetirse en las diversas apariciones.
A estos protagonistas iniciales siguieron, a lo largo de tres días, una veintena de autores, aunque, por razones obvias de espacio, sólo nos detendremos aquí en dos en particular.
Uno de estos casos particulares es el de la colección Isomètric, apelativo escogido por los diseñadores Joan Ros Garrofé y Jessica Montes Bonito para presentar su proyecto creativo, que al final del evento merecería el Premio Nacional al Proyecto Emergente. Las primeras líneas de la colección están sustentadas, según los autores, por los conceptos básicos de Sigmund Freud. En la pantalla del fondo, mientras las prendas iban cobrando protagonismo, la imagen de una mano masculina emergía tétrica (como saliendo de una tumba) y giraba y giraba lentamente, durante un rato eterno y angustioso, hasta ser todo el brazo con el puño cerrado, una especie de saludo comunista casi al final del desfile. Para entonces, los diseñadores estaban recurriendo ya, según su propio relato, a evocaciones oníricas de Hitchcock y de Buñuel y al final de Dalí. Pero centrémonos en las prendas: chaquetas de hombre (pésimamente hechas en las mangas), de mujer, unisex o gay, y pantalones cuyo tiro llegaba casi a las rodillas… Colección muy severa en el fondo, con algunos modelos buenos y vendibles, la mayoría como piezas únicas.
Otro caso particular, muy distinto: el de la diseñadora igualadina Núria Bisbal, con la marca comercial Aldomartins. Una colección sorprendentemente bonita, con un estilismo de alto nivel, un colorido agradable sin estridencias, elevada calidad en diseño y muy llevable, con un caprichoso juego entre punto y tejido. Bajo el epígrafe «Pasión por el invierno», recoge la herencia y la historia de los deportes alpinos de época y los cuentos populares. Fórmulas antiguas, dice Núria, que se actualizan orientándose hacia un nuevo romanticismo, el estilo «après-ski». El balance es encantador.
[Publicado en TEXTIL EXPRES Suplemento 218 — abril 2015 ].