Fue en el año 1973, hace ya más de 40, cuando tres hermanos hindúes llamados Nitin, Arun y Milan Shah pusieron en marcha un puesto de ropa vaquera en el mercado londinense de Portobello Road, el cual traspasarían a mediados de los 80 a otros dos negociantes, Silas Chou y Lawrence Stroll, que acudieron dispuestos a impulsar su crecimiento.
En algún momento de ese período, los unos o los otros empezaron a utilizar para las prendas que exhibían la marca Pepe Jeans, seguramente con la fonética anglosajona Pipi Yins (como la de aquel turista que pidió en un bar madrileño un fino Taio Pipi, en lugar de un Tío Pepe), quizá sin sospechar la españolidad —circunstancia que casi podríamos considerar implícita y exclusiva— del vocablo Pepe.
Al final de los años 90, los españoles Carlos Ortega y Javier Raventós, que desempeñaban funciones directivas en la compañía británica, lanzaron un MBO (management buyout) sobre la misma, con el apoyo del fondo de gestión 3i, y así fue como la empresa que sonaba a español empezó a ser de propiedad española.
En el año 2005, Torreal, brazo inversor del financiero Juan Abelló, tomó el 43% del capital de la compañía por 50 millones de euros, desbancando al fondo 3i. En agosto de 2010, L Capital (fondo de gestión del grupo francés LVH), Artá Capital (gestora de capital desarrollo fundada por Corporación Financiera Alba, del grupo March), y Mercapital, tomaron participaciones por las que pasaron a controlar en junto el 28% de Pepe Jeans, conservando Torreal un 31%, la mayor participación individual. Los directivos Ortega y Raventós retenían, en esta situación, entre ambos, un 30%; y había pequeños accionistas individuales por un 11%.
El perímetro de la Pepe Jeans de este momento no era exactamente el heredado de los negociantes de Portobello. En 2005 el grupo inversor Torreal había adquirido al grupo de lujo parisino Richmond la filial Hackett, anteriormente inglesa, con establecimientos acreditados en Londres, y la había incorporado a la sociedad Pepe Jeans en el momento de tomar su control (con el encargo de que acometería en 2014 la presentación de Hackett en el mercado norteamericano).
Por otra parte, Pepe Jeans había obtenido entre tanto la exclusiva de distribución para España de la marca norteamericana Tommy Hilfiger, y para España y Portugal de las líneas Underwear, Jeans y Platinum Label, de Calvin Klein.
Pepe Jeans había tenido un beneficio neto en 2013 de 30,28 millones de euros, casi duplicando el del ejercicio anterior, con un giro de 481,93 millones (+6,4%); contaba con 2.500 empleados y una red de distribución de más de 300 tiendas en el mundo.
Aunque la sede social de la compañía, en sentido jurídico, se mantuviera en Londres, ciudad donde había tenido lugar su fundación, los ejecutivos Ortega y Raventós, reforzados enseguida por la presencia de grupos accionariales españoles en el capital, habían instalado la sede administrativa, y con ella el centro de gestión, en sus oficinas españolas de Sant Feliu de Llobregat (Barcelona); y también, según su propia declaración, la sede fiscal, aunque es habitual que esta coincida con el domicilio jurídico de la sociedad.
En cuanto a su proyección de imagen en el mundo, sobre todo desde que empezaron a participar con regularidad en ferias internacionales con un stand de Pepe Jeans, el efecto era bivalente: parte del público creía estar ante una marca española, y otra parte ante una marca británica, pero, en términos prácticos, la cosa resultaba intrascendente (y la inscripción en los catálogos feriales era española).
Llegó, pues, el mes de agosto de 2014, y los accionistas corporativos españoles (no los miembros de la gestión, que deseaban permanecer) anunciaron su voluntad de desinvertir, y encomendaron la conducción de la operación a la Banca Morgan Stanley. Por otra parte, el fondo francés se sumó también a la oferta, y los pequeños accionistas individuales irían con la corriente. Es decir: sólo los dos ejecutivos a título personal, con su 30%, se mantendrían al margen de la operación.
Es momento, llegados a este punto, de aclarar la identidad de estos dos personajes: Carlos Ortega es el consejero delegado de Pepe Jeans, responsable de ventas, márketing, retail y diseño; y Javier Raventós, miembro de la familia Codorníu, es el director de operaciones y financiero. Hasta aquí, durante los últimos quince años, ellos han sido, en esencia, la compañía.
[Publicado en TEXTIL EXPRES Suplemento 219 — junio 2015 ].