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Cuatro muestras de empresas familiares que compiten con éxito en el mercado internacional.


 

BiellaPaolo y Umberto Drago, de Filati Drago.

Drago es un grupo textil de raíz familiar, fundado por Umberto y Laura en 1973, y hoy comandado por sus hijos Paolo (presidente) y Daniela Drago, con sede en la población de Lessona, de la provincia de Biella.

Filati Drago nació para proporcionar los mejores hilados a las tejedurías de la zona, con las que estableció relaciones de partenariado. En 1993 compró Fintes, que integró en 2001 dentro de su estructura societaria. La empresa ha crecido verticalmente, incorporando hoy todos los procesos, desde la hilatura hasta la tejeduría y el acabado, que están en plantas separadas. La facturación consolidada es de 27 millones de euros, y vende en 30 países. Emplea a 150 personas.

Drago produce anualmente 1,3 millones de metros de tejido. Su especialidad es merino superfino, cashmere, seda-cashmere. El mayor mercado sigue siendo Italia, prácticamente la mitad de sus ventas, con clientes como Corneliani o Canali; y el resto va a otros países europeos (Francia, Reino Unido, Alemania, Bélgica, España), Japón, EEUU, Corea, Hong Kong.

Claro está que el producto final tiene otros mercados, así que el 90% de su lana la visten, ya convertida en trajes, ciudadanos del resto del mundo. Paolo Drago visitó hace poco el cuartel general de Armani en Milán, y allí averiguó que hace no muchos años, un 80% de las ventas de trajes de Armani se efectuaban en Italia, pero hoy sólo suponen un 3%, siendo sus principales mercados actuales Japón, China, Rusia, EEUU, India y Oriente Medio.

La principal novedad de Drago es su línea Fitz Roy, una colección cápsula de tejidos basados en lana orgánica de Patagonia más una membrana innovadora, por lo que resulta apropiada para prendas exteriores transpirables, corta-vientos y resistentes al agua. El programa va más allá de las propiedades intrínsecas y construye un relato de marketing basado en el respeto a los animales (no se practica la mutilación denominada «mulesing», habitual en merino australiano para combatir el ataque de las moscas causantes de miasis —invasión de larvas—), y a la ecorresponsabilidad en todos los procesos, puesto que desde el desengrasado de la lana hasta la última fase son extremadamente respetuosos con el ambiente. Las prendas que contienen tejido Fitz Roy de Drago llevan unas etiquetas de «realidad aumentada», lo que significa que escaneándolas es posible ver un videoclip de un minuto con la historia de la compañía; existe una app descargable para smartphone, en Apple o Android Store; al final el tejido es más que un tejido, para convertirse en parte de la aventura personal del consumidor


 BiellaAlberto y Cesare Savio, de Safil

Safil es un ejemplo de empresa de Biella, como tantas otras en Italia y en esta provincia concreta, de carácter familiar; pero a la vez constituye un caso de apertura a la localización en función del coste, lo que la distingue de otras: si el mercado, incluso en hilado de máxima calidad, fija un tope de precio, habrá que conseguirlo ajustando los costes, y en ocasiones eso no admite otro camino que la deslocalización de procesos. Es lo que hizo en 2001 cuando abrió la filial Bulsafil, con establecimiento industrial en la población búlgara de Plovdiv y personal local formado en Italia (650 personas en la actualidad), auténtica extensión de la unidad de producción biellesa.

Nacida en Biella en 1954 a iniciativa de Fernando Savio, director de fábrica de una hilatura muy conocida que a los 28 años decidió establecerse por su cuenta, Savio & C se mudó en 1962 a Cerreto Castello, de la misma provincia italiana (actualmente está en Gaglianico), y cambió su nombre por el actual de Safil. El fundador falleció en 2002, con 78 años de edad, pero ya para entonces regían la empresa sus hijos Cesare, responsable de producción y comercialización y consejero delegado, y Alberto, especializado en administración y finanzas, y presidente de la sociedad.

No todo ha sido crecimiento orgánico. En 2008 absorbió Filature Francaise de Mohair, que le proporcionó liderazgo europeo en hilatura de esa fibra (tiene una filial en Suráfrica para gestionar compra de mohair); en 2010 Erredi, para ganar presencia directa en el mercado del género de punto; y en 2012 la marca, los archivos históricos de hilados para punto, utillaje y exclusivas productivas de la conocida Filatura di Grignasco. En la central biellesa cuenta con instalaciones de tintura en cono robotizada, y de rebobinado. En se establecimiento, incluyendo al personal de administración y ventas, trabajan 75 personas.

Su capacidad de producción supera las 7.000 toneladas anuales. Factura 90 millones de euros y vende en más de 20 países. Fue la primera empresa del mundo que se dotó con máquinas de hilatura compacta, con las que obtiene hilos de pura lana compactos de extrema suavidad, regularidad y ausencia de pilosidad, que comercializa con las colecciones de marca X-Compact y Activeyarn. Sobre este punto hay que señalar que otra empresa aquí mencionada reclama para sí igual carácter pionero, aunque la clave puede estar en los adjetivos, por ejemplo en la «implementación al 100%» (ver la información sobre Reda).

La empresa considera que no sólo debe su vigencia en el mercado a la combinación de costes de Bulgaria y calidad y know-how de la región de Biella, Italia, sino que a que ha ampliado su gama de artículos para abastecer de buen hilado a distintos mercados de aplicación: tejido, punto, calcetería, ropa íntima, terciopelos, tapicería, seguridad y protección (retardantes de la llama); cada año lanza entre 300 y 400 nuevos desarrollos, y no sólo en lana.

Presume de ser el único hilador del mundo que sabe unir íntimamente lana y algodón (60/40), controlando dos materias de distinta longitud de fibra (respectivamente larga y corta) para trabajar en proceso lanero («worsted») de calidad; lo habitual en la industria es elaborar mezclas de 20/80 (lana/algodón) en proceso algodonero, acortando para ello la lana, con lo que se obtiene un hilo débil, de fácil ruptura.


 

En 1865, Carlo Reda transformó un viejo molino en una hilatura de lana, dando así inicio a una larga historia de trabajo con esta materia, que, en lenguaje de la casa, lleva a una producción «resultado de un patrimonio consolidado de valores, constituido por la búsqueda constante de la excelencia, de la puesta en valor de la relación humana con todos los colaboradores, y de la atención al respecto por el ambiente». La empresa fue adquirida por la familia Botto Poala en 1919, pero conserva el nombre de Sucesores Reda.

En 1968 una riada y un desprendimiento destruyeron buena parte de la fábrica pero no detuvieron la actividad. En 1998 se inauguró una nueva planta de producción, que se presenta como primera hilatura de lana del mundo «que implementó al 100% la nueva tecnología de hilatura compacta» (véase al respecto la nota sobre Safil en estas páginas, puesto que también dice haber sido primera en dicha tecnología).

Situada en la población de Valle Mosso, donde estuvo el primer establecimiento original (el del molino), mantiene toda la producción en casa, y sus artículos se caracterizan por «calidad, lujo e investigación».

Sólo trabaja en lana, y en estado puro. Es decir que no mezcla fibras, excepto una corta producción combinada con seda y cashmere. Le gusta controlar la totalidad del proceso. Desde el año 2000 tiene la propiedad de una pequeña cabaña de 3.000 ovejas, sólo para controlar las mejores calidades y mejorar constantemente el conocimiento de la fibra, aunque su lana apenas cubre una semana de producción de la empresa. Para el 80% de la materia se surte de Australia, y el resto en Nueva Zelanda. Posee una empresa separada para lavado y peinado de la lana.

Consume todo su propio hilado, ya que es una empresa vertical que fabrica 6 millones de metros de tejido al año, sólo para moda masculina (aunque Armani y Valentino han empleado ocasionalmente sus tejidos en prendas de mujer), destinado a los grandes nombres de la especialidad, con los que a veces desarrolla conjuntamente el producto. «Los diseñadores son gente loca, pero excelentes como seres humanos y como clientes», dicen en la empresa. El pedido mínimo que acepta es de 50 metros. Tiene showrooms en Shanghai y Tokio.

Técnicamente, uno de los aspectos más interesantes de sus instalaciones es un enorme almacén robotizado, inspirado en la industria del automóvil, donde guarda un stock de hilo valorado en seis millones de euros. Es de los de concepción caótica, es decir que el ordenador decide adónde va a parar cada cono de hilo; aunque no por azar, naturalmente: las referencias de uso menos frecuente van al fondo del almacén, para minimizar los recorridos de los brazos robóticos, y ahorrar así mucha energía al año.


 

BiellaGiovanni Marchi, de Marchi & Fildi.

Giovanni Marchi es el director de ventas de Marchi & Fildi, una hilatura fundada open-end fundada en 1969 en Biella, que produce 8,5 millones de kilos de hilo al año, emplea a 350 personas y factura como grupo 50 millones de euros. Dispone de cuatro unidades productivas en la zona de Biella. Cuenta asimismo con una hilatura en Turquía (Fildea), y otra de regenerados en Brasil, la cual sólo trabaja para el mercado brasileño.

La recesión económica ha afectado a la actividad biellesa, y la empresa no constituye excepción: la planta principal producía, antes de la crisis, 20.000 kilos de hilo por día. Actualmente son 8.000. Eso no impide que la firma mantenga una fuerte vocación inversora. Hace unas semanas la fábrica sufrió un incendio en la techumbre, a causa de una obstrucción de los filtros de aire, que no afectó a las instalaciones productivas. El propietario puso el dinero sobre la mesa para repararlo, aun antes de conocer el presupuesto. Pero más importante que eso, obviamente, es la inversión en procesos, en desarrollo de producto, en apertura de mercados y en protección del medio ambiente. La semana anterior a la visita de una misión de prensa, en octubre, había entrado nueva maquinaria de hilatura en la planta principal de Biella. Hay proyectos de inversión continua en reciclado de agua, por otro lado, para asegurar un proceso productivo «ecofriendly». La empresa envía a teñir el producto de algodón y lino a Polonia, pero la tintura de lana se efectúa en casa.

En lo que atañe a I+D, una de las unidades productivas antes mencionadas, en Cerriona, es una pequeña planta de hilatura que fabrica lotes de hasta 50 kilos, en un proyecto desarrollado conjuntamente con la Región del Piamonte, para trabajar en colaboración con universidades y centros de investigación en el desarrollo de nuevas tecnologías y productos.


[Publicado en TEXTIL EXPRES Suplemento 216 — diciembre 2014 ].


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