El informe elaborado por el Instituto Francés de la Moda, sobre los datos de Eurostat relativos al año 2014, muestran que las importaciones europeas de confección han aumentado un 8%, lo que a primera vista carece de sentido si se tiene en cuenta que el consumo europeo del sector del vestir no ha dejado de bajar desde hace varios años.
Este hecho, aparentemente contradictorio, revela que una parte relevante de las importaciones europeas es reexportada. Las empresas de moda europeas, con marcas de prestigio, tienen mercados mundiales, pero los abastecen en parte con reexportaciones, porque sería antieconómico invertir en ampliaciones de la capacidad de producción interna, máxime cuando la tendencia del mercado nacional sigue siendo a decrecer.
Esta función de recepción y reparto se acentúa con el papel creciente de las centrales de distribución de las grandes cadenas comerciales. España tiene, precisamente, varios importantes protagonistas (no sólo la formidable red de Inditex).
El último año, las importaciones (para consumo o para reexportación), efectuadas por la UE, tuvieron los siguientes grandes orígenes: un 75% del total, de Asia; un 20% del triángulo mediterráneo (Turquía, Marruecos, Túnez); un 5%, del resto del mundo (que incluye el Este europeo).
En Asia, el binomio estadístico China-Hong Kong ha seguido siendo absolutamente preponderante, con un 38% del total mundial, aunque cediendo terreno año tras año a Bangladesh (que no ha reflejado ningún retroceso significativo debido a los problemas sociales, y es el número dos), Cambodia, Pakistán, la India y, a escala mucho menor, Sri Lanka, que suman un 37% del movimiento del mundo (juntas, casi tanto como China). La distribución de fuerzas en Asia queda sin embargo un poco desdibujada por el hecho de que China está invirtiendo mucho en controlar unidades de producción de los demás países de su área geográfica, por lo que rige o usufructúa bastante más negocio que el 38% que factura por sí misma.
Por lo que se refiere a la cuenca mediterránea (un 20% de los suministros del mundo), Turquía se beneficia de tener una cadena de producción integrada, pero Túnez y Marruecos mantienen unas posiciones muy sólidas en confección estricta.
El Instituto Francés de la Moda entiende que, salvo los efectos impredecibles de acontecimientos geopolíticos o financieros mundiales, el actual equilibrio entre la contribución asiática y la de los países de proximidad, y el abastecimiento (sourcing) del mercado controlado por Europa (su propio consumo y el que sus redes de comercialización redistribuyen), apenas variará.
Es un poco sorprendente que la información de base proporcionada por Eurostat no refleje ninguna incidencia estadística de la actividad americana, salvo la que pueda estar inclusa en ese 5% del «resto del mundo». Es decir: su efecto sobre la corriente mundial de la confección es inapreciable. Sin embargo, los grandes actores norteamericanos del sector son, ellos mismos, protagonistas importantes de la subcontratación en Asia (y en alguna medida abastecedores de Europa).
Una última observación: de momento no hay ni la menor referencia, en el análisis del IFM, a un supuesto movimiento de reindustrialización europea (el cual, si existe más allá de las buenas voluntades, debe ser absolutamente imperceptible todavía).
[Publicado en TEXTIL EXPRES Suplemento 217 — febrero 2015 ].