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ARTÍCULO PRIME

Subcontratación

Es obvio que, en toda teoría del «sourcing» (o sea, del aprovisionamiento) hay dos actores: los que aprovisionan o suministran, y los que reciben esas provisiones. Y el sentido en el que éstas circulan sobre el globo terráqueo viene dado en parte por el desequilibrio del coste horario del trabajo. Y ocurre que los costes altos se concentran en un bloque pequeño y compacto de países, y los costes bajos se dispersan por la inmensa mayor parte del planeta.

Según la última tabla disponible de la consultora Werner, el coste horario de la mano de obra en el sector textil tiene los valores más altos en cinco países del mundo: Francia es la más cara, con 31,26 euros, seguida por Alemania (23,33), Italia (21,87), España (18,68) y Estados Unidos (17,57). Esto es todo. Sorprende (a los franceses en primer lugar) la carestía de Francia, tan por encima de Alemania; pero Werner «dixit». Y lo más curioso de todo: cuatro países contiguos forman (España también) el reino de los bien pagados del mundo. Y luego el caso aislado de los Estados Unidos, asimismo con buenos salarios, pero por debajo de los privilegiados europeos.

Todo el resto del globo terráqueo es el de los costes bajos, desde Portugal (aquí, a nuestra vera) con 10,16 euros (aproximadamente la mitad del coste español), hasta Pakistán con 0,58… pasando, a lo largo de una fila decreciente, por los 2,10 de China.

En la periferia de la Europa cara, hay una primera línea de reserva formada por la vecina Portugal ya citada y Eslovenia (8,07), Chequia (7,92), Estonia (6,71), Letonia (6,32), Lituania (5,15), Polonia (4,79) o, ya en baratura de tercer mundo, Rumania (2,10, este dato no es de Werner), Bulgaria (2,03) y Albania (1,57).

Fuera del perímetro europeo, pero inmediatas, están Turquía (4,50), Marruecos (2,89), Túnez (2,62), con costes superiores a los de la Europa más pobre, y prácticamente a los de la totalidad de Asia (excluyendo a Japón, Corea y Taiwán).

Por otra parte, el coste chino ha estado evolucionando últimamente a gran velocidad. El salario medio del trabajador en la industria de la confección es ahora en aquel país de 360 euros (cosa que, por supuesto, todavía no reflejan las tablas de Werner), igualando al de Rumania, y duplicando a los de Túnez y Marruecos.

Además, claro está, no sólo hay que tener en cuenta los costes laborales, sino también otros costes de producción y los de servicios (principalmente manipulación y transporte), así como los factores de competitividad ajenos al coste estricto, como pueden ser la calidad del trabajo y la rapidez (o dicho de una forma más genérica, la agilidad y seguridad de cumplimiento).

 

Los ajustes en el panel de proveedores de Francia. Puesto que el estudio al que nos estamos refiriendo fue realizado y distribuido en Francia, es lógico que tanto el estudio mismo como los análisis derivados de él hayan prestado atención preferente a la experiencia que se está viviendo en la propia Francia.

China sigue siendo el primer proveedor (tiene ahora una cuota del 60% para ciertas producciones), aunque ha perdido terreno muy ligeramente por primera vez en 2012. Marruecos y Túnez, siempre muy importantes para este país, también han retrocedido apreciablemente, pero no sólo por cuestión de costes, sino por las prevenciones generadas por la revolución del Jazmín, muy directas en cuanto a Túnez y, en el caso de Marruecos, más bien por el efecto «mancha de aceite».

Turquía, que tiene una cadena textil-confección integrada muy eficaz y está fuera de convulsiones (máxime ahora, cuando acaba de superar el problema kurdo), se ha convertido en el «partenaire» privilegiado, posiblemente para mucho tiempo. Por las mismas razones de eficacia y seguridad, Portugal se ha convertido también en un compañero de negocios de máxima importancia, con la ventaja de que proporciona el atractivo de un «made in Europe» a un coste asumible.

En el siguiente nivel de adicción, Francia está consolidando posiciones en los países del Este europeo, especialmente en Rumania y Bulgaria, seguidas por Lituania y Polonia.

Todo ello sin olvidar el «sourcing» de volúmenes, donde Asia es todavía predominante, o para ciertas especialidades (como Indonesia en equipamiento deportivo).

Y en el caso opuesto, la hegemonía de Italia (42%) para lanería fina, cosa que, obviamente, tiene poco que ver con la política de «sourcing» en sentido general. Para ciertas cosas Italia es Italia y ahí no hay cuestión de coste.

Por otra parte, y en lo que concierne al ámbito de interés directo de los patrocinadores del estudio, la gran proveedora de corsetería/lencería es China (el 44% de las importaciones francesas), siguiéndola Túnez, Marruecos y Rumania y, en ascenso ahora, Sri Lanka, República Checa y Ucrania.


[Publicado en TEXTIL EXPRES Suplemento 206 — abril 2013 ].