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Y eso ayudaría a prevenir posibles maniobras tentadoras por parte de los grandes del lujo.

A mediados de julio, el grupo Ermenegildo Zegna dio a conocer sus planes bursátiles, sin calendario preciso, excepto que se materializará dentro de este año, por lo que va a ser difícil seguir la noticia en las semanas próximas. Lo curioso es que no va a entrar directamente en Bolsa, sino que lo hará asociándose con una sociedad que sí que cotizará. Es una de esas soluciones modernas que proliferan actualmente en el mercado bursátil y que crean cierta ambigüedad.

El instrumento es una SPAC, sigla en inglés de compañía especial de propósito de adquisición, es decir, una sociedad que no tiene nada salvo intenciones de comprar empresas, para lo que recauda capital en bolsa. Muchas de estas sociedades son prácticamente aire, nacen sin nada y emiten acciones que venden en bolsa, para, una vez obtenidos los recursos, hacer algo: comprar otras sociedades. Serían el equivalente a un fondo de inversión, pero en el que no ponen dinero inversores concretos sino tenedores anónimos de acciones compradas en bolsa. Algunos las han llamado «empresas de cheque en blanco», una fórmula ahora más regulada, porque en el pasado se prestó a fraudes especulativos.

En el caso de Ermenegildo Zegna, esta SPAC tiene más cara y ojos, puesto que el propietario será la sociedad londinense de capitales Investindustrial, presidida por Sergio Emotti, antes un ejecutivo del grupo UBS (banca suiza). La idea es que Investindustrial y Ermenegildo Zegna Group se fusionen en una nueva sociedad a la que transferirían sus activos, para seguidamente retener Zegna una participación del 62% en el capital, Investindustrial un paquete del 11%, y sacar el resto (27%) a cotización en la New York Stock Exchange, la bolsa neoyorquina. Se supone que todo esto ocurrirá a finales de año.

Esperan que la cotización se abra con un valor de mercado de 2.500 millones de dólares; lo que implicará que, sumándole el endeudamiento, el «valor de empresa» ascendería a 3.200 millones. Si estas cifras se confirmasen (cosa que, en una operación de bolsa, es siempre impredecible), la familia Zegna obtendría unos 550 millones de dólares, lo que supondría una preciosa plusvalía líquida para la saga. Y la compañía en sí misma percibiría 250 millones de dólares, que le vendrían muy bien para financiar futuras adquisiciones, puesto que el grupo espera seguir creciendo de forma no-orgánica.

Al mismo tiempo, la operación proporcionaría un cierto escudo contra las ofertas de grupos de lujo como LVMH, Kering o Capri Holding, que quizá podrían sondear a miembros de la familia con ofertas individuales muy atractivas, y que de ese modo ya reciben un buen dinero. Mientras que también aseguran que la familia mantenga las riendas. Gildo Zegna, nieto del fundador, seguirá al frente del grupo una vez consumada la operación.

Zegna facturó 1.000 millones de euros el año pasado, 300 menos que en el anterior, y confía recuperar buena parte de esa cifra en el presente año. El resultado económico fue una pérdida de 45 millones de euros, frente a una ganancia de 45 en el anterior. El grupo emplea a unas 6.000 personas y, en el capítulo del «retail», tiene cerca de 300 tiendas de propiedad directa.


Publicado en TEXTIL EXPRES - Boletín 784 -

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