Alfombras Turkestán dice adiós. En su día tuvo producción propia de alfombras y moquetas.
En el 90 de la barcelonesa calle Llúria está una tienda de alfombras que en su día enmoquetó el «Parlament de Catalunya», y que hizo lo mismo con numerosos hoteles de Barcelona.
El negocio tiene una historia de 111 años en manos de la misma familia, algo más si contamos el tiempo de actividad bajo el fundador (de otra familia), y algo menos (92) si consideramos la continuidad con el nombre actual: Almacenes Turkestán. La empresa está abocada al cierre, que se producirá en breve, por falta de continuidad familiar, al retirarse el nieto del iniciador de esta trayectoria, que lleva cincuenta años trabajando en la firma y ya ha superado hace algún tiempo la edad de jubilación.
En efecto, la aventura comenzó con la entrada de Juan Antonio Sastre en R.Bosch y Cía., importador de artículos de China y el Japón, que tenía local en el 69 de Rambla Catalunya. Sastre era contable, y tomó las riendas al jubilarse el propietario, constituyendo en 1913 Almacenes Juan A.Sastre en el 74 de la calle Balmes. Falleció en 1944.
En 1925 su hijo, Juan Víctor Sastre, entró a trabajar con el padre. En 1932 trasladaron la empresa al 78 de Rambla Catalunya, adoptaron el nuevo nombre de Alfombras Turkestán, el logotipo formado por una luna, una estrella y la letra «T», y se especializaron en alfombras. También crearon una empresa industrial, Alfombras y Tapices, SA, con fábrica en el 213 de la calle Balmes, que realizaba dos actividades: tejido de moqueta, y alfombras anudadas a mano. La tienda vendía esos productos propios y, también, alfombras orientales de importación.
Juan Sastre, tercera generación de la familia, entró en el negocio en 1974, y desde el comienzo lo orientó hacia las alfombras orientales, por lo que la sociedad industrial acabaría cerrando.
Juan Víctor Sastre falleció en 2010.
En 2015 la tienda se trasladó al 90 de Roger de Llúria, donde ha estado los últimos nueve años con un formato de galería de alfombras, prácticamente una galería de arte, donde se presentaban tres colecciones de alfombras y kilims al año, además de trabajar un stock de piezas seleccionadas en Turquía, Irán, Afganistán, Pakistán, India, China o Nepal. Se cambió logotipo, eslogan («cazadores de tramas y urdimbres»), se abrió una tienda digital online y se entró en redes sociales. Un hermoso esfuerzo que, lamentablemente, se perderá.
Juan Sastre tiene descendencia, pero ninguno se ha interesado por este negocio: se ocupan en otras actividades.
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