Isak Andic: el gran empresario que nos ha dejado inesperadamente.

Un accidente aparentemente tonto ha llegado por sorpresa para todo el sector, dejando un vacío especial.

Es tradición en el periodismo que los grandes medios tengan preparadas necrológicas de grandes figuras guardadas en un cajón o, naturalmente, en un archivo de ordenador, en estado de espera y listas para publicar cuando la persona en cuestión fallezca. Eso tiene la ventaja de que, en el momento del deceso, no será necesario rebuscar en archivos, de manera que la biografía se publicará de inmediato en cuanto el medio tenga noticia del hecho luctuoso. También implica años de paciencia y proceder a actualizaciones regulares, en el caso de que alguien de avanzada edad siga vivo por mucho tiempo.

Por nuestros contactos con medios de información general tenemos constancia de algunos casos sonados de ese tipo. No se lo tomen como humor negro: es simplemente un hecho, y que Dios dé larga y buena vida a todos aquellos de quienes ya hay una necrológica escrita. Estamos seguros, por ejemplo, de que Amancio Ortega (Inditex) es una de estas personas con amplios reportajes póstumos preparados, igual que hace pocos años lo fue Isidoro Álvarez (El Corte Inglés). Creemos, sin embargo, que pocos tenían una nota preparada para Isac Andik, fundador y presidente no ejecutivo del grupo Mango (Punto Fa).

Aunque, con 71 años y semirretirado, ya no estaba en la cumbre de su actividad profesional, podía considerarse una persona joven y no se le conocían problemas de salud. Que nos haya dejado en la mañana de un sábado de diciembre mientras paseaba por el monte ha constituido una sorpresa generalizada. Para los periodistas, sin embargo, la Era de Internet supone un gran alivio en materia de recursos. Los medios que no dispusieran de un archivo propio suficiente, ni de una necrológica pre-elaborada, han podido hallar abundantes datos, desde Wikipedia hasta diversas fuentes.

Ha sido una noticia inesperada, que rompe un momento aparentemente dulce para el fallecido, con un legado satisfactorio (una empresa en expansión y con cuentas saneadas) y en un momento personal de plenitud, según han proclamado las personas que tenían trato con él.