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Un recuerdo: Enric Pantaleoni (Modelo) admiraba el empuje de Isak Andic. Quiso emularlo con McQueen, pero no tuvo el mismo resultado.

Abundando en las informaciones anteriores sobre el fallecimiento de Isak Andic, no vamos a hacer ahora, aquí, una nota biográfica amplia y pormenorizada. Muchos ya habrán visto información en otros medios generales, o la verán de manera profusa en los días siguientes.

Sí que podemos evocar que, cuando en 1990, un periodista de La Vanguardia amigo de Textil Exprés (Jordi Palarea) nos preguntó por Isak Andic, lo que se sabía de él era más bien poco.

Jordi fue uno de los primeros que publicó en un medio no especialista alguna información curiosa e interesante sobre un personaje que tuvo una vida muy discreta, a resguardo de las cámaras. Un poco como Amancio Ortega de Inditex, de quien durante años no hubo una sola foto disponible, y muy pocos informadores podrían reconocerle si lo encontraban en una tienda; o como Thomas Meyer, de Desigual, de imagen bien conocida ahora, pero durante muchos años misteriosa para la mayoría. Maticemos que, en cuanto Mango comenzó a convocar concursos de diseño y hacer otros eventos públicos, el rostro de Isak Andic sí que se hizo conocido. Pero su actividad social continuó siendo reservada.

Jordi Palarea fue de los primeros que contaron públicamente los orígenes de su historia empresarial. Nacido en Estambul en 1953 en el seno de una familia de judíos sefardíes, llegó a España con 14 años de edad. No hablaba español, pero sí ladino, un castellano antiguo o judeoespañol conservado por sefardíes en su emigración (judíos de España, o Sefarad, expulsados por los Reyes Católicos a finales del siglo XV).

En Barcelona estudió bachillerato y Económicas.

Sus primeras acciones comerciales consistieron en comprar en el puerto de Barcelona, de buques que venían de Turquía, productos que su madre no encontraba en la ciudad... aunque algunos han mencionado que compraba directamente al Gran Bazar de Estambul. Ciertamente está escrito que vendía ropa oriental para hippies (un poco tardíamente para el auténtico fenómeno hippy). Lo que parece admitido es que adquirió blusas bordadas que revendió a tiendas de la otros lugares de Barcelona. Después hizo lo mismo con abrigos de borreguillo, de Turquía y Afganistán. Sus amigos recuerdan que abrió un espacio comercial a la entrada de una galería, donde vendía blusas, jeans y zuecos (importados de Países Bajos); vaya, como un puesto mínimo en un bazar; y para el mismo se ha dicho que contaba con un mísero metro cuadrado, y otros creen que eran diez.

Como cada cual tiene sus recuerdos, unos evocan el período en que compró un coche para recorrer poblaciones del país y vender prendas de países exóticos, mientras otros pasan directamente a la tienda de tejanos que abrió en un local alquilado en las Ramblas. Pronto fueron tres establecimientos.

El proyecto que le dio fama y fortuna fue el de Mango. Enric Pantaleoni, en su día una referencia en el comercio de ropa en Barcelona como propietario y administrador de Sastrería Modelo, solía decir que admiraba lo que hizo Mango, algo que en sus comienzos también quiso hacer con las tiendas McQueen. Modelo y McQueen, que luego conocieron otras peripecias familiares, son ya historia pasada. Mango, por el contrario, tiene una historia de enorme éxito y hoy es una potencia mundial.

Es también conocida la anécdota, que él mismo reveló en un viaje años después, relativa al nombre de la cadena de tiendas. Según relató, fue en otro viaje, entonces a Filipinas (aunque estos días se ha dicho que fue a Tailandia, siendo en cualquier caso el mango originario de la India), cuando Isak Andic probó una fruta que por aquella época no era muy conocida por estos lares, aunque hoy sea posible encontrarla en cualquier supermercado: el mango. Le gustó la fruta y le gustó el nombre, que tiene además la ventaja de que se pronuncia igual en todas partes del planeta. Lo registró como marca y abrió la primera tienda en el Paseo de Gràcia de Barcelona, en el arranque de la avenida junto a la plaza Catalunya. Y no se limitó, como había hecho hasta entonces, a comprar y vender ropa, sino que comenzó a diseñar y fabricar.

Este proyecto nació en 1984, y en él le acompañó su hermano Nahman Andic, quien formaría parte del primer Consejo de Administración (cuando se creó, en 2007) en calidad de vicepresidente, para cesar, por jubilación, en 2013. Seis años después del nacimiento de Mango, en 1990, ya se anunciaba con imágenes de la top model Claudia Schiffer, y más tarde lo haría con la intratable diva de pasarelas y «modelling» Naomi Campbell. Mango estaba ya jugando en primera división.

El año pasado (2023), de acuerdo con la información publicada a los medios, el grupo cerró con un récord histórico de ventas: 3.100 millones de euros (+15%), con un ebitda de 350 millones y un beneficio neto superior a 172 millones de euros. Es el segundo grupo español de moda, directamente por detrás de Inditex (algunos lo sitúan incorrectamente como tercero, porque etiquetan alegremente a Puig como un «grupo de moda», sin separar del negocio principal —que es el de las fragancias— su negocio accesorio —que es el de la ropa—).

En realidad, la facturación de Punto Fa, SL, que es el corazón de Mango, fue de 2,5 millones de euros, con un resultado positivo de 128,7 millones. Pero el grupo tiene cierta complejidad estructural que no es sencilla de desgranar.

© TEXTIL EXPRES


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